• Por AlohaCriticón

HARD CANDY (2005)

Dirección: David Slade.

Intérpretes: Patrick Wilson, Ellen Page, Sandra Oh, Gilbert John.

Después de unas semanas de chateo en Internet, Jeff (Patrick Wilson) y

Hayley (Ellen Page) deciden dar un paso adelante y conocerse de una

manera más personal.

El encuentro físico de ambos dará lugar a profundizar de forma recíproca

en sus respectivas vidas.

Triunfadora en el Festival de Sitges, “Hard Candy” es un producto

independiente, polémico, atractivo y, seguramente, exitoso por aquello del

boca a oreja, muchas veces más efectivo que el despliegue masivo de todo

el aparato propagandístico que suele preceder a cualquier lanzamiento

mercantil.

Se podrían considerar, en esta ópera prima de David Slade, varios aciertos

que, adicionalmente al asunto que toca, pueden servir de reclamo para su

consumo.

En primer lugar, ya es bastante mantener el pulso a una narración

protagonizada, en su práctica totalidad, por dos únicos personajes (no

ocurría así, por ejemplo, en otro trabajo reciente y de distinto pelaje, la

española “Aislados” (2005)).

Por otro lado, la convincente, fría y madura interpretación de Ellen Page,

confrontada con la desesperada y dramática actuación de Patrick Wilson,

consolidan un elaborado guión escrito por Brian Nelson.

El único defecto, sin embargo, que habría que poner a Slade, provendría

del uso abusivo de algunas secuencias que denotan su deformación

profesional en el apartado publicitario y de videos musicales.

Ciertamente, mientras se asiste a la proyección de “Hard Candy”, a uno le

viene a la cabeza una película utilizada, curiosamente, en la última cinta de

Roger Gual, “Remake” (2006), concretamente “¿Quién puede matar a un

niño?” (1976) de Narciso Ibañez Serrador, aún siendo éste título más

exagerado en su planteamiento.

Se puede decir que este caramelo amargo y de difícil ingestión que nos

vende Slade, por suscitar interesantes debates y, simplemente, porque el

propio espectador encuentre la solución final en su envoltorio, merece la

pena degustarse.

Alberto Alcázar

Hayley Stark es una niña de 14 años de edad que tras conocer a un hombre

mayor de 30 por Internet llamado Jeff, queda con él. Tras tomar algo y

demás, lo primero que le pide la niña es que la lleve a casa de él. Una vez

ahí, empieza la pesadilla. La estructura de la película es así de sencilla.

Una niña y un adulto en una cita a ciegas. Lógicamente, lo primero que se me

pasó por la cabeza (no era muy consciente de la sinopsis, sólo que la niña

no era ningún angelito), fue que la niña lo iba a pasar mal, hasta que el

pobre Jeff apareció atado a la silla.

Tras atarle, después de engañarle y de meterle en su cabeza su imagen de

niña buena, empieza el resto de toda la película: las continuas torturas de

la niña hacia el adulto, lo cual es de lo más satisfactorio, porque por fin

llegó la hora: la venganza de todas las niñas engañadas, violadas y

asesinadas, una cosa tras otra. Y es eso mismo lo que ella dice ante la

temible pregunta que él le hace entre gritos y sufrimiento: “¿Quién eres?”,

pues cada una de las niñas que ha engañado, violado, etc. Hayley se venga de

Jeff representando a todas esas niñas, las abusadas por los pedófilos, ya

que ella está convencida de que es el responsable, incluso, del asesinato de

una menor, lo cual él no reconoce hasta que la tortura toca un punto más que

elevado.

La película es, en ocasiones, desagradable y difícil de tragar, pero el que

escribe no pudo apartar la vista de la pantalla ni por un sólo segundo. La

tensión está presente en cada instante, una tensión logradísima con unos

diálogos y una frases sencillamente geniales (premio al mejor guión en el

festival de Sitges), unas escenas escalofriantes y un terror psicológico

logradísimo. Son torturas peores que las físicas (que también las hay), sin

duda. Yo me preguntaba: ¿Es la mente de Hayley tan inteligente como para

ganar siempre al “pobre” Jeff en esas torturas psicológicas, o simplemente,

súmamente retorcida? Ambas, diría yo, pero aún así, catalogar a la

protagonista entre la mala o la buena, es muy difícil, ya que durante toda

la película se teme por lo que pueda hacer.

“Hard Candy”, según mi criterio, está muy infravalorada, cuando a mí me

parece una obra maestra del terror psicológico, en el que el papel de “malo”

lo realiza esta vez la que debía de ser la “víctima”.

La escena: cuando Hayley ata a Jeff a una camilla y le comunica, vestida de

médico y con muchos artilugios, su propósito: castrarle… por no mencionar

la escena final, y la frase de ella “…o no.” (bueno, es que hay que

verla). Y muy curioso eso de ponerla de caperucita roja, supongo que debe de

ser algo así como que Caperucita se vengó del lobo.

Sencillamente, no tiene desperdicio.

José Ángel Go

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