• Por AlohaCriticón

IL DIVO (2008)

Dirección: Paolo Sorrentino.

Intérpretes: Toni Servillo, Giacomo Rizzo, Clara Bindi, Laura Chiatti.

Repaso autobiográfico en clave satírica de la última y convulsa etapa de mandato del ex primer ministro italiano, Giulio Andreotti (Toni Servillo).

“Il Divo”, contemporánea de “Gomorra” (2008), el controvertido y crudo ensayo cinematográfico de la mafia napolitana, es el retrato explosivo, lacerante y desconsiderado, pero repleto de humor, de un político trasalpino de aspecto frágil, venerable e ingenuo mas, mayormente, tenebroso.

Prologada cómicamente por Paolo Sorrentino, su director y guionista, la cinta no abandona el tono burlesco a lo largo de su metraje, desfilando por la pantalla multitud de personajes vinculados al círculo de influencia de Andreotti.

Imbricada la banda sonora de forma acentuada en la trama de la cinta, Sorrentino contrasta musicalmente los fotogramas con partituras de Sibelius, Vivaldi y Fauré; llamando también la atención en una de las secuencias de mayor emotividad con el matrimonio Andreotti contemplando un multitudinario concierto de Renato Zero y, también, en los títulos de crédito finales que se acompañan de una verbenera y famosa tonada de los años ochenta del pasado siglo veinte.

“Il Divo” se centra y recrea en las tesis que incriminan al líder democristiano por su vinculación con la logia masónica y con la “Cosa Nostra”, liderada por el rudo y todopoderoso Totó Riina; dos organizaciones que habrían servido para eliminar o depurar obstáculos que amenazaban la carrera política de Andreotti.

Las pegas que se le podrían poner al relato ideado por Sorrentino recaerían en la asfixiante sobredosis de información lanzada a bocajarro al respetable en la frenética presentación del contexto que sirve para situar la acción; y, por otro lado, en el incompleto tratamiento del personaje interpretado por Fanny Ardant, fabulosamente enjoyada (Bulgari) y vestida (Armani).

Sin embargo, la proeza y malabarismo escénico de “Il Divo” radica en la impertérrita interpretación del papel protagonista por parte de Toni Servillo, carente por motivos obvios de cualquier ápice de histrionismo, y que precisamente por ello, transmite con acierto la justificación del apodo del título en virtud de la indiferencia y desdén con la que asume los graves acontecimientos que le salpican.

“Las personas son como la Luna. Siempre tienen un lado oscuro que no enseñan a nadie. (Mark Twain).”

Alberto Alcázar