• Por AlohaCriticón

L’ ATALANTE (1934)

Dirección: Jean Vigo.

Intérpretes: Michel Simon, Dita Parlo, Jean Dasté, Gilles Margaritis.

Juliette (Dita Parlo) y Jean (Jean Dasté) acaban de celebrar sus nupcias y,

sin solución de continuidad, embarcan en la nave capitaneada por éste

para disfrutar de su luna de miel.

El viaje de los recién casados, acompañados de dos rocambolescos

tripulantes, sufrirá diversos altibajos durante la singladura.

Corta fue la vida de Jean Vigo y, desgraciadamente, breve fue igualmente

su filmografía, culminada de forma brillante con el canto del cisne que

supuso “L’Atalante”.

Haciendo un paralelismo artístico y, salvando las distancias y los

personajes, las condiciones de creación del último trabajo de Vigo se

asemejan a la composición del réquiem mozartiano, con el insigne austríaco

postrado en el lecho de muerte.

Ciertamente, el trágico final del director francés nada más terminarse el

rodaje de la película, desencadenaría una de las más rocambolescas y

turbulentas historias en cuanto a la edición y exhibición de un filme se

refiere.

No obstante, o incluso gracias a ese gafe que “L’Atalante” lleva consigo,

nos encontramos ante uno de los títulos inmortales de la cinematografía.

En el relato ideado por el propio Vigo junto con Albert Riera, mágicamente

convertido en imágenes, tiene cabida la ilusión por un nuevo amor que

comienza y las complicidades de la pareja protagonista hasta la aparición

del fantasma de los celos que hace estallar toda la armonía que existía

hasta el momento.

Dita Parlo y Jean Dasté (quien ya había trabajado con Vigo en “Cero en

conducta”, dando vida al vigilante Huguet) traspasan emocionalmente la

pantalla llegando, sin ninguna dificultad, al ánimo del espectador.

Con todo lo que implica de emotivo para los sujetos que tenemos mucho de

romanticismo por las venas, “L’Atalante” es otra de esas cintas rebosantes

de esperanza que narra el reencuentro de dos personas con un destino

común, al igual que ocurriera con “Amanecer” (1927), “El séptimo cielo”

(1927) o “Tú y yo” (1957) (preferibles la primera y la segunda versión,

respectivamente, de estas dos últimas).

Alberto Alcázar