• Por AlohaCriticón

senor victor poster criticaDirección: Jean Grémillon.
Intérpretes: Raimu, Pierre Blanchar, Madeleine Renaud, Viviane Romance.


El señor Víctor (Raimu) es un tendero casado felizmente con Madeleine (Madeleine Renaud). Su apariencia de honorable y amable ciudadano oculta una faceta que nadie sospecha, ya que Victor dedica parte de su tiempo a actividades criminales formando parte de un grupo de ladrones.
Cuando decide abandonar la delincuencia para vivir junto a su mujer e hijo, uno de sus compinches amenaza con contar la verdad.

El arranque de esta película es un documental sobre la ciudad de Toulon lo que le da mayor realismo a la cinta.
Más adelante Fritz Lang realizaría el mismo comienzo en la excelente “Clash By Night” con escenas reales de un puerto pesquero americano.




El largometraje de Jean Grémillon puede encuadrarse perfectamente en el género negro, aunque con ciertos matices.
El señor Víctor del título (brillante Raimu), es el respetado dueño de una tienda y, como sucede en el mismo establecimiento que tiene una habitación oculta, el señor Víctor lleva una doble vida. De día es un empresario muy agradable con los clientes y hasta generoso con los niños a los que regala chucherias y juguetes, además es amigo intimo del comisario de policía. Pero de noche es un delincuente que trata con ladrones y trafica con objetos robados y no duda en asesinar y cargar a otro con las culpas.




Esta dicotomía que vive Raimu también se traslada a las calles de Toulon. Oscuras y mojadas de noche, sirven de cobijo a fugitivos de la ley y propician crímenes de todo tipo (de ahí lo del “film noir”), sin embargo de día Grémillon nos la presenta llenas de vida y alegría muy al estilo realista y costumbrista de esos años.

En definitiva, se trata de una de las mejores películas de Grémillon, dentro de la corriente de realismo poético que impregnaba el cine francés de los años treinta. Aunque no es uno de los más famosos directores (como René Clair, Jean Renoir, Julien Duvivier, etc) hace un estupendo trabajo.

Fernando de Cea