• Por AlohaCriticón


Dirección: Stephen Hopkins.
Intérpretes: Hilary Swank, David Morrissey, Idris Elba, Stephen Rea.


Katherine Winter (Hilary Swank) perdió la fe y dejó su profesión de misionera cristiana tras el asesinato de su familia. Ahora dedica su tiempo a la investigación de fenómenos religiosos, lo que le lleva a un pueblo de Louisiana, en donde parece ser que se están produciendo las plagas reflejadas en la Biblia. Semana Santa y tiro por que me toca, ¿y qué toca?, pues la típica película del diablo vengativo, o incluso de un dios vengativo si nos comemos mucho la cabeza.

Nueva entrega de película que quiere ser de terror pero que sólo ofrece sustos y algo de suspense previsible, con estrella del star system incorporada que además es ganadora de algún Oscar.

Y esto último, que debería aportar algo de interés al proyecto, sólo sirve, en este caso y en la mayoría de ellos similares a este, para dejar claro al espectador que las buenas actrices son también capaces de cobrar sin trabajar, aportando sólo su presencia, lo que suele ser más que suficiente en este tipo de proyectos.

Básicamente lo único interesante que hay que ver en esta película ya lo ofrece el trailer, es decir, alguna escena dotada de cierta fuerza y poder visual. Me refiero por ejemplo, al enorme río de sangre, o a las sugerentes imágenes de la plaga de langostas dominadas por los poderes de la enigmática

niña.

Lo demás es más de lo mismo, más de lo que cualquiera ha visto ya mil y una veces. Guión muy pobre, increíblemente simple por momentos, y predecible

hasta niveles insultantes, que no aporta absolutamente ninguna novedad al ya muy repetitivo en cine, tema que viene a tratar.

Al menos la dirección de Stephen Hopkins y un montaje con cierto brío consiguen que la película no aburra demasiado, a pesar de que todo lo que ves ya te suena de otras películas parecidas y de que en los primeros minutos del metraje has resuelto ya los risibles enigmas de la historia que te van a contar.

En cualquier caso película sólo apta para amantes de este “subgénero” y de

su atractiva protagonista. Y ya veremos que opinan estos.

Pablo González Táboas


Stephen Hopkins (extraño director de disparatada filmografía) se pone al frente de esta historia basada en la vieja fórmula que explota supuestas profecías milenarias que se desatan en nuestros días. Con claras alusiones a los clásicos de terror, admirable fotografía y esmerada producción, La Cosecha es, sin embargo, una película irregular, especialmente diseñada para el lucimiento de una gran actriz y sólo recomendada para los incondicionales del género.

A veces, la vida concede una segunda oportunidad que ayuda a entender los hechos del pasado, clarifica los propios pensamientos y obliga a volver a creer. Con este planteamiento, el productor de Alien Vs Predator (no es broma) aborda este terrorífico proyecto que ya se encuentra entre las maldiciones de Hollywood, no por deber su estreno mundial a Barcelona, sino por verse envuelto entre huracanes (el Katrina y el Rita) en Louisiana. Milagrosamente, el equipo de rodaje ni siquiera tiene que lamentar pérdidas materiales, aunque el verdadero milagro sea que los responsables de una cosa llamada Perdidos en el Espacio hayan conseguido sacar adelante una película más que aceptable. En cualquier caso, la admiración de Joel Silver por la obra de Gaudí, la simpatía de Hilary Swank con la prensa española y la amenaza de extinción de un género que se reduce a la fantasmogénesis oriental y a los efectos de sonido para asustar, nos arrastran hacia la benevolencia analítica.

A priori, La Cosecha no es inmune al fenómeno paranormal de infestación que, sistemáticamente, manipula el cine de los últimos años, y que se manifiesta en flashbacks “espectrales” y en “diabólicas” voces en off. En este caso, y por fortuna, ninguna de las constantes son utilizadas como conductoras de la narración, siendo sólo empleadas para evidenciar la chulería del guionista, para corroborar que las diversas cuestiones planteadas alcanzan una explicación coherente en la resolución final. Sólo que, esta autocontemplación, les lleva a olvidar que el guión cuenta con dos incongruencias importantes. La primera, protagonizada por el destino del sacerdote, engaña vilmente al espectador, preparando el terreno para un forzado giro inesperado. La segunda, deja abierta la posibilidad de una secuela, que bien podrían titular “la recolección”. Algo habitual para un cineasta acostumbrado a firmar trabajos como Depredador 2 o Pesadilla en Elm Street 5.

Por otra parte, no se puede hablar de una medición de tiempos inadecuada, aunque sí es cierto que la lluvia de flashbacks, que conducen a un final precipitado, se podría haber evitado añadiendo quince minutos al metraje. Se aprecia la buena intención que homenajea a las mejores novelas de misterio, en las que los distintos secretos son revelados en las tres últimas páginas. Se perdona la omisión de, al menos, dos plagas que, seguramente, carecerían de relevancia. Se agradece la producción de una cinta de 96 minutos de duración. Pero no es admisible la terrible sensación de “embotellamiento” que sigue perdurando cuando se encienden las luces. Menos mal que no era un argumento de cine negro…

En el apartado de aciertos, -al margen de la brillante actuación de la doblemente oscarizada Hilary Swank y de los efectos especiales inherentes a este tipo de películas-, es necesario destacar la impresionante labor de una fotografía camaleónica que, en todo momento, sigue las pautas dictadas por el relato. Las imágenes desenfocadas que se dan en la aventura chilena, contrastan con la nitidez de las vistas panorámicas que muestran los pantanos ensangrentados. La magistral iluminación que desencadena la última de las plagas bíblicas, se alterna con el juego de sombras que rodea un fotograma memorable: el ascenso de la protagonista por los peldaños de una escalera. Es aquí donde la memoria cinéfila nos hará rescatar una mítica escena de La Escalera de Caracol.

De igual manera, serán continuas las referencias realizadas a otros tantos clásicos del cine de terror. La “plaga de embarazos” nos recordará a El Pueblo de los Malditos; la pesadilla que culmina en unos pies manchados de barro, a El Cementerio Viviente; la figura del párroco, a La Profecía; el sueño y la concentración de vecinos, a dos momentos claves de La Semilla del Diablo.

En el apartado de los desatinos, nos encontramos con la irregularidad de Hopkins, capaz de crear un certero ambiente de tensión, de generar una interesante trama de intriga, y de filmar algunas tomas con la torpeza del peor videoaficionado. Es entonces cuando asalta otra terrible sensación, la que hace suponer que la totalidad de la película no ha sido rodado por el mismo director.

En última instancia, La Cosecha cumple con el objetivo general del séptimo arte, que es entretener; y con el particular del género, que no es otro que dar miedo. Mucho miedo.

M.I. Tornero

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