LA HUELLA DEL SILENCIO (2005)
Dirección: Scott McGehee y David Siegel.
Intérpretes: Richard Gere, Flora Cross, Juliette Binoche, Max Minghella.
Eliza Naumann (Flora Cross) es una niña especialista en deletrear que va a participar en el Concurso Nacional de Ortografía.
Mientras prepara el certamen su contexto familiar se encuentra en crisis, con su padre Saúl (Richard Gere), un profesor de estudios religiosos introduciéndole en los secretos de la Cábala, su madre Miriam (Juliette Binoche) atrapada por el pasado, y su hermano mayor Aarón (Max Minghella) celoso del acercamiento de Saúl a su hermana.
Adaptación de una conocida novela de Myla Goldberg, en la cual la participación de la pequeña de la casa en un concurso de deletreo será el detonante de un conflicto familiar con acotaciones psicológicas y espirituales conducido por la pareja de directores con tanta reflexión y tono pesaroso como con desbarajuste y ausencia de intensidad en la multiplicidad emociones que se dibuja en su trama y subtramas.
Rara vez tanta chicha (y pretensión) en las premisas ha ofertado tan flojo resultado, en una historia fragmentada que se sirve de los momentos climáticos del libro para conjuntar un batiburrillo de temas ocosos de cimiento pseudointelectual desplegados a través de la desmoronación de la relación familiar.
En los mismos cabe tanto el relato de iniciación o la autonomía espiritual como la búsqueda mística de contacto cabalístico con Dios o la doble vida con desórdenes mentales a causa de situaciones presentes y pasadas.
Las interpretaciones, más o menos creíbles, junto a cierto acierto visual de tipo metafórico no pueden esconder torpezas narrativas y un guión con demasiados asuntos dejados en al aire.
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En los concursos de deletreo, -estos americanos no dejan de sorprendernos
nunca- Eliza Naumann es la mejor.
A medida de que su capacidad con las palabras se va incrementando
notablemente, su familia se va alejando del icono de perfección que antaño
tuviera; con problemas entre sus padres, y un hermano que quiere innovar en
cuanto a sus creencias.
Tercera película de Scoot McGehee y David Siegel, tras “En lo más profundo”
y “Suture”; esta vez llevando a cabo la adaptación cinematográfica de la
novela homónima de Myla Goldberg.
Richard Gere, padre modelo y comprensivo amante es un profesor de teología
judía que se vale de la Cábala (forma de misticismo gracias a la cual y a
base de meditación y control se puede llegar al contacto con Dios) para dar
sentido a todo lo que le rodea, incluyendo el aprendizaje de su hija en los
concursos de deletreo.
Al tiempo que grandilocuentes expresiones salen de la boca del instruido
Gere, en pantalla tenemos a una meliflua Juliette Binoche que contribuye con
tan poca credibilidad como nula interpretación al conjunto global de la
cinta.
Las actuaciones de los pequeños (Max Minguella y Flora Cross), hijos del
matrimonio Naumann, no aportan mas que falta de convencimiento en el caso
del primero y agónica inexpresividad por parte de la segunda.
“La huella del silencio” es una película que tras los primeros veinte
minutos de visionado peca de pretenciosa, poco atractiva para el espectador
y frustrante al tener un guión que en exceso se pierde en elucubraciones
varias que poco contribuyen a la trama central – sin que tengamos muy claro
cual es ésta- .
El tono pseudo-místico que han querido dar a una película eminente y
pretendidamente sumista; no hace sino recluir en el olvido y llevar hasta el
hastío los panfletos moralizadores esgrimidos que no son, si no la columna
vertebral de todo este entramado fonético; en un intento por destapar la
progresiva deshumanización de principios a la que asistimos en la sociedad
actual.
Una maraña mística tan poco inteligentemente urdida, que cuando se aproxima
el gran colofón final -además de hacerse extremamente lento- deja al
espectador con la idea de tanta trascendencia espiritual no ha sido si no un
burdo juego para no limitar ciento cuatro minutos a un infantil deletreo en
un concurso local.
Cristina Gómez
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