• Por Antonio Méndez

la isla de las almas perdidas island of the lost souls movie poster cartel pelicula
Dirección: Erle C. Kenton.
Intérpretes: Charles Laughton, Richard Arlen, Kathleen Burke, Bela Lugosi.

Con guión de Philip Wylie (“El Hombre León”) y Waldemar Young (“El Soltero Inocente”).

Sinopsis

Edward Parker (Richard Arlen), prometido en matrimonio a Ruth Thomas (Leila Hyams), ha sido recogido en un barco tras el naufragio del suyo.
Poco después, tras una discusión con el capitán Davies (Stanley Fields), Edward es abandonado en la isla del doctor Moreau (Charles Laughton), un científico rodeado de extrañas criaturas.

Crítica




isla-almas-perdidas-charles-laughton-foto-criticasPelícula con producción Paramount que adaptó una novela de ciencia-ficción y terror de H. G. Wells.
El film, con una duración de poco más de una hora, maneja claves de científico loco que juega a ser Dios, de experimento fallido, de inversión en monstruosidad, y de alegoría de dominio social, de control, de poder totalitario sustentando en el artificio y en el arbitrio. Cuando ese artificio de dominación y servilismo se rompe, el sistema se derrumba. El peligro de violar la ley natural.

Lo más destacado, además de la caracterización camp de Charles Laughton, muy diestro en el látigo y con mantras legales como medio de condicionar a sus criaturas con el contrapunto de héroe de Richard Arlen, es la atmósfera funesta, pesadillesca, grotesca, de extrañeza, dolor, amenaza, que crea Erle C. Kenton y Karl Struss, el fotógrafo del film.
Escenarios de niebla, sombras alargadas, con bestias acechantes, dirigidas a cámara, monstruos aparentes creados por un monstruo real desequilibrado.




El maquillaje de Wally Westmore y Charles Gemora se ha quedado un tanto caduco, pero todavía, con un Bela Lugosi irreconocible, ofrece creaciones de mérito.
Los personajes no son profundos, sometidos a la situación, pero sí poseen singularidad. A destacar la participación de Kathleen Burke como mujer pantera.

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Charles Laughton
Bela Lugosi




isla de las almas perdidasEdward Parker (Richard Arlen), único superviviente de un naufragio, es recogido por un barco mercantil que transporta toda clase de animales.
Como consecuencia de las malas relaciones entre Edward y el capitán alcohólico del barco, nuestro protagonista se verá obligado a desembarcar junto con los animales en una pequeña y extraña isla. Allí conocerá al Dr. Moreau (Charles Laughton) que realiza vivisecciones a animales con el objetivo de convertirlos en seres humanos.




Fascinante película del género fantástico, que adapta el clásico literario de ciencia-ficción “La isla del Dr. Moreau” de H. G. Wells, y que se sitúa muy por encima de posteriores adaptaciones cinematográficas de la misma obra.

El filme cuenta con un sobrio guión de Philip Wylie y Waldemar Young en el que se acentúa la maldad y la locura de Moreau, cuya interpretación a cargo del gran Charles Laughton resulta impagable. Al parecer, para crear este personaje Laughton se inspiró en un médico al que conocía y del que tomó el look de bigotito y perilla.

El “mad doctor” ejerce de tirano en su isla, en la que establece un régimen del miedo amenazando a las criaturas de la misma con un látigo y con “la casa del dolor”, lugar en el que lleva a cabo sus dolorosos experimentos.




Otra de las grandes aportaciones del guión es el personaje de Lota (Kathleen Burke), la mujer pantera, la más perfecta de las creaciones de Moreau con la que intentará seducir al nuevo inquilino de la isla con el objetivo de crear una nueva raza. Lota representa tanto a la sensualidad más salvaje como a la ingenuidad más pura, sus encuentros con Parker resultan inolvidables, sobre todo aquel en el que ambos se sientan al borde de un estanque y vemos sus reflejos en el mismo.

Dentro de la “troupe” de seres monstruosos que pueblan la isla destaca la presencia de Bela Lugosi que interpreta a aquel que dice la ley, y al que reconocemos gracias a sus ojos y a su singular voz a pesar de estar cubierto por un peludo maquillaje obra de Wally Westmore.

La dirección de Erle C. Kenton es magnífica, destacando la sutileza con la que muestra esa galería de personajes pintorescos en lugar de jactarse en una filmación descarada de los mismos. Esta dirección se ve ensalzada por la gran fotografía de Karl Struss de claras reminiscencias expresionistas.




En conclusión, todo un clásico de lo grotesco al nivel de otras obras similares (por su encanto monstruoso) y más conocidas como “La parada de los monstruos” (Freaks, 1932) de Tod Browning.

Ricardo Pérez

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