Dirección: Christine Luby.
Intérpretes: Saskia Hampele, Liam McIntyre, Lynn Gilmartin, James Blee.

Con guión de Georgia Harrison (“Rip Tide”).

Sinopsis

Laura (Saskia Hampele) es una abogada de San Francisco adicta al trabajo. Un día, su bufete recibe la visita de Graham Finley (Martin Portus), un millonario que quiere que su nieto, Chip (Liam McIntery), se ocupe de sus negocios firmando un contrato con la asunción de esa responsabilidad antes de que cumpla los 85 años de edad.
Para lograr que Chip, mejor amigo de la infancia de Laura, firme el contrato, la abogada se traslada a su isla natal, la paradisíaca Cala Zafiro, pero Chip no está muy por la labor de abandonar su vida relajada y despreocupada.

Crítica

Comedia romántica predecible desde la introducción de personajes y situación.
La historia es idéntica a la de otras muchas películas de telesobremesa (y de muchas novelas románticas): una ejecutiva de la gran ciudad regresa a sus raíces para encontrar el amor verdadero y un propósito en la vida.

La trama es formulista, sin conflictos de peso (el mayor problema es que Chip se niega a heredar la solvente empresa del abuelo) y con un guión lleno de clichés donde no hay un solo giro que no se prevea con tiempo de antelación.

Los personajes no tienen matices y las interpretaciones resultan poco naturales.
Todos poseen buen aspecto, van bien vestidos (ropa estupendamente planchada y combinada hasta cuando arreglan el canalón de una casa); tienen buenos puestos de trabajo, buenos sentimientos y sonrisas estupendas (hasta cuando te deja la pareja).
Todos los personajes, protagonistas y secundarios, son un cúmulo de virtudes.

Lo más destacado del film es el escenario de “Cala Zafiro”, con paisajes de costa australiana; aunque en este aspecto incluso algunas escenas parecen decorados artificiales.
En resumen, un telefilm previsible, colorista, sin pretensiones, para pasar el rato.