Dirección: E. Elias Merhige.
Intérpretes: John Malkovich, Willem Dafoe, Cary Elwes, Eddie Izzard.
F. W. Murnau (John Malkovich) se encuentra rodando una película sobre vampiros llamada “Nosferatu” en Checoslovaquia.
Para intentar lograr la mayor autenticidad contrata a Max Schreck (Willem Dafoe), un hombre extraño que ha estado estudiando interpretación con Constantin Stanislavsky y que se cree un auténtico vampiro.
El arriesgado producto de una obra fílmica inspirada en el personaje del “Conde Orlok”, el cual está basado en el “Conde Drácula”, visionado y plasmado a la pantalla del cine mudo por el ingenioso director alemán F. W. Murnau, el cual filmó “Nosferatu” en el año de 1922 (ya hace algunas décadas), que en su enajenación, obsesión y dedicación hacia su oficio de cineasta, y su pasión por el magnífico género de terror, crea una obra cuyo producto es alentador: “Nosferatu”, aclamada por la critica.
Ahora remontémoslos al año 2000, en el cual el director E. Elias Merhige crea un filme cuyo propósito es mostrar el desarrollo de esta película, con un acertado John Malkovich en el papel de F. W. Murnau y un muy peculiar Willem Dafoe como “El Conde Orlok” (lo cual le valió su nominación al “Globo de Oro”), logran un producto bastante insatisfactorio, al forjar una trama que parece “detrás de cámaras” de lo que fue la obra maestra “Nosferatu”, desgraciadamente el director del filme “La sombra del vampiro” se empeño en bosquejar una historia que muestra el carácter artístico que se tenía en el cine mudo, la enajenación de un director hacia lo que podría ser una obra maestra (y lo fue, si nos remontamos a la vida real), pero no consigue crear una historia lo suficientemente creíble, exagerando en el carácter expresivo de los personajes, decayendo en la mofa, vacua y artificiosa descripción del Conde Orlok, dejando muy en claro que lo que está expresando no es una historia de terror, sino un rendimiento a la categoría de “cine arte”, logrando insatisfacción y aceptación por el público, esto según la percepción de cada espectador.
Me refiero que el cine arte es una categoría cuyo contenido suele ser un pestiño insatisfactorio para el publico normal, mientras que por otra parte puede ser una rutilante obra de arte, recordando que el cine arte está hecho para excéntricas y delicadas pupilas con una óptica más allá de un filme escalofriante, y son precisamente este tipo de espectador el que alaba y glorifica a este tipo de obras, cuya percepción es diferente, fresca, sin ataduras o reclamos, aceptando tener una completa aceptación a lo que se plasmó en el filme.
Tomando en cuenta que este filme salió a relucir entre tanto bodrio que se apoderaba de las salas de cine, tal es el caso de “Leyenda Urbana”, “Sé Lo Que Hicísteis El Verano Pasado”, “Scream 3”, “Leyenda Urbana 2”, “Viernes 13”, etc. provocando que los espectadores del terror se sintieran ofendidos y desesperados, y como era de esperarse cayeron en la trampa de “La Sombra Del Vampiro”, cuya invitación es a ver una película de terror y no una obra de cine arte, que de arte tiene una mesurada idea, decadente en su trama, pero claro, con un montaje acertado y unas actuaciones de primera, es una pena que el guión decaiga en la fatula desinflada decadente de meollo, pues como había de ser una adaptación del cine mudo, tenía que brillar en su montaje, escenario, actuaciones (con sus mayoritarias excepciones), pero faltante de un guión, ¿qué más da? el cine era mudo, pero creo que a Elias Merhige se le olvidó que estamos en el siglo veinte y que un filme extraído de otro filme de magnífica trama como lo es “Nosferatu”, tiene que superar o igualar dicha autenticidad, y no ser sólo una versión insatisfactoria que agradara mesuradamente a sólo algunos seguidores de la incansable imitación del verdadero arte.
Lucio Ávila
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