LA VIDA ABISMAL (2006)
Dirección: Ventura Pons.
Intérpretes: Oscar Janeada, José Sospedra, Antonio Valero, Juli Mira.
Durante el último lustro de mandato franquista, para el joven Ferrán (José
Sospedra) los días transcurren de manera muy rutinaria; lo único que le
suscita algo de emoción y entretenimiento es el juego.
Será precisamente en una partida de “copo”, donde conocerá a Marcos “el
chino” (Óscar Jaenada), un experto y habilidoso individuo en el manejo de
las cartas.
Mientras en “El camino de los ingleses”, Antonio Banderas deconstruía de una
manera muy personal su añorada juventud malagueña; en esta ocasión Ventura
Pons, de una forma más estructurada y lineal adapta la obra autobiográfica
del escritor Ferrán Torrent, ubicada en similar cronología pero distinto
territorio.
Mediante un exhaustivo esfuerzo en el diseño de producción, constatado en el
recuperado atrezo propio de la época (coches, vestuario, mobiliario, etc.) y
ya visto en películas coetáneas tales como “El lobo” (2004) o “Salvador”
(2006), Pons refleja en la pantalla la historia de una amistad creada,
desarrollada y fenecida en los guetos clandestinos del naipe, la ruleta
inocua y la otra, la soviética, que resulta fatal cuando el azar te da la
espalda.
Jaenada, en su papel de diestro tahúr y admirado compañero de faena,
demuestra, como en anteriores trabajos, una soltura y confianza en su
cometido que aúpa el conjunto del filme; no restándole méritos la labor
desempeñada por un Sospedra represor de sus instintos rebeldes, liberados
posteriormente en el desfogue sexual con la francesa que cruzó los Pirineos
y divulgadora de “Histoire générale du cinéma” del excelso Georges Sadoul.
El hilo argumental de “La vida abismal” lo va hilvanando, a lo largo de su
narración, el propio personaje adulto de Ferrán, interpretado por Antonio
Valero, que abre y cierra una cinta que describe con nitidez el arrobamiento
de una persona apocada e insegura hacia su modelo y aspiración, es decir,
hacia alguien que vive el presente caminando sobre el filo de la navaja e
improvisa sus acciones a semejanza de algunos acordes de la melodía de jazz
que le acompaña en sus incursiones lúdicas.
Alberto Alcázar
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