• Por Antonio Méndez

la viuda alegre the merry widow cartel poster
Dirección: Ernst Lubitsch
Intérpretes: Maurice Chevalier, Jeannette MacDonald, Edward Everett Horton, Una Merkel.

Con guión de Ernest Vajda (“El Desfile Del Amor”, “El Teniente Seductor”) y Samson Raphaelson (“Sospecha”, “La Dama De Armiño”).

Sinopsis

En el reino de Marsovia reside un militar llamado el conde Danilo (Chevalier), seductor personaje que trae de calle a casi todas las féminas de la capital del citado reino.
Sólo una se le resiste, la adinerada y bella viuda Sonia (MacDonald) que, aburrida de su existencia y para olvidarse de Danilo, decidirá marcharse a vivir a París.
El rey Achmed (George Barbier), ante la ausencia de Sonia, resolverá que un apuesto miembro masculino de su país tiene que viajar hasta París para conquistar a la dama y devolver a ella y a su dinero a Marsovia.
Tras encontrar a su esposa (Una Merkel) siendo infiel con Danilo, Achmed determinará que será éste el encargado de la misión.

Crítica




Brillante adaptación de la opereta de Franz Lehar por parte del siempre refinado y elegante Ernst Lubitsch.

El director alemán despliega, con su conocido toque de sugerentes elipsis, una sentimental y cómica historia repleta de agradables y, en muchos momentos, deslumbrantes números musicales, lúcidos diálogos y situaciones, sean éstas de carácter humorístico o romántico.

viuda-alegre-chevalier-lubitschLa pareja Maurice Chevalier y Jeanette MacDonald están magníficos, componiendo un exquisito dúo protagonista.

La película es una valiosa simbiosis entre romanticismo sutil, señoriales números musicales y momentos de efectivo humor, como por ejemplo la secuencia jocosa entre Chevalier, Una Merkel y Barbier, en la que los dos primeros son encontrados por el rey en una situación comprometida de infidelidad; o el inspirado encuentro entre el embajador (Edward Everett Horton) y Chevalier en Maxim’s.




La puesta en escena de los lujosos bailes es magnífica, en especial los valses bailados en la embajada parisina de Marsovia.

Contemplar esas danzas es una delicia, no solo por la gracia de sus movimientos y como los mismos están filmados, sino por admirar los escenarios de esplendor que fueron obra de Cedric Gibbons y Frederich Hope, ganadores de un merecido Premio Oscar por su trabajo.

La ejemplar coreografía es de Albertina Rasch.

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Jeanette MacDonald
Edward Everett Horton