• Por AlohaCriticón

tortugas tambien vuelan posterDirección: Bahman Ghobadi.
Intérpretes: Soran Ebrahim, Hirsh Feyssal, Avaz Latif, Saddam Hossein Feysal.


En el Kurdistán iraquí, en la frontera entre Turquía e Irán, se encuentra un asentamiento de civiles en el que un muchacho muy versado, al que llaman el señor Satélite por sus conocimientos de antenas de televisión, se erige en cabecilla de los niños y ayudante de los mayores. El encuentro que tiene con un chico mutilado que predice el futuro, la hermana de éste y un niño, va a condicionar su futuro más próximo.

De un tiempo a esta parte el cine iraní se ha convertido, para la crítica y para jurados de muchos festivales, en el nuevo diamante en bruto a reivindicar, como antaño lo fuera el cine chino, polaco, japonés o indio.

Indudablemente, se han podido ver hermosas fábulas de ese cine bajo la dirección de Abbas Kiarostami, pero cabría plantearse si, al amparo de esa ola de admiración, no se han visto beneficiadas exageradamente obras que de no ser por esa fiebre, habrían pasado sin pena ni gloria por la cartelera. En este sentido, creo que “Las Tortugas También Vuelan”, galardonada con la Concha de Oro del Festival de San Sebastián en la edición de 2004, puede incluirse en ese lote.




Bhaman Ghobadi, fecundo director de condecorados cortometrajes e incluso asistente del propio Kiarostami en “El Viento Nos Llevará” (1999), nos traslada a territorio del Kurdistán una semana antes de la incursión del ejército de Estados Unidos en territorio iraquí.

Lo llamativo y lo que empapa de dureza a todo el relato es que Ghobadi nos sitúa en el punto de vista de unos niños mutilados e impedidos por la acción devastadora de las minas “sembradas” en los campos por los que deambulan.

“Las desventuras de la niñez repercuten sobre toda su vida y dejan una fuente inagotable de melancolía en el corazón del hombre”. Las palabras del escritor francés Brulat, pueden servir perfectamente para resumir de un brochazo las sensaciones, como dirían los cursis, que invaden al espectador una vez presenciado el último trabajo de Bahman Ghobadi.


Si bien es cierto que en un ambiente academicista, el filme podría encuadrarse en el género dramático, no menos cierto es que en otro contexto más distendido, no habría habido mayor problema en catalogarlo dentro del género de terror. A semejante afirmación me lleva, además de varias secuencias conmovedoras y no describibles por lo que tienen de esenciales, el hecho triste de haber rememorado en algunos de los pasajes, la mítica película de Tod Browning, “La Parada De Los Monstruos” (1932).

De “Las Tortugas También Vuelan” no cabe analizar sus artificios técnicos, ni interpretativos. No hay recreación de lugares a partir de la construcción de decorados, no hay método Stanislavski que valga. Es cine rodado con la cámara en la mano, en exteriores no exhaustivamente localizados y con personas, o mejor dicho, con infantes maltrechos (sin trucos de maquillaje) sacados de la propia calle. Es cine, en definitiva, para corazones y estómagos bien hormigonados.

Alberto Alcázar

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