Dirección: Eduardo García Maroto.
Intérpretes: Olvido Rodríguez, Pepe Calle, Alberto Romea, Antonio Vico.
Con guión de Eduardo García Maroto (“Tres Eran Tres”).
Sinopsis
Tres amigos casados, Leoncio (Pepe Calle), dueño de una fábrica, Venancio (Alberto Romea), hombre de rectitud, y Crescencio (Manuel González), médico, mienten a su familia afirmando que van a un viaje en barco para ver la pesca del bonito cuando en realidad se van a una finca en Andalucía para disfrutar una juerga en compañía de la cantante Concha Guerra (Olvido Rodríguez).
Allí se encuentran con su amigo Gerundio (Francisco Blanco).
La cosa va bien hasta que Cándido Arenal (Antonio Vico), secretario de Leoncio y pretendiente de la hija de Venancio, les informa que el barco en el que supuestamente deberían estar, ha naufragado.
En ese momento, deciden hacerse pasar por náufragos en una isla con un pacto con Arenal de socorrerlos cuanto antes tras el descubrimiento de un mensaje en una botella. Pero Arenal no llega….
Crítica
Adaptación de una obra de Pedro Muñoz Seca y Enrique García Álvarez, juguete cómico en tres actos.
La película no se desprende de su raíz teatral en una combinación de humor (con un tramo bastante negro) y números musicales con el protagonismo principal de Olvido Rodríguez, cantante de gran fama en la época.
Uno de ellos con plano cenital en plan Busby Berkeley.
No está mal algún diálogo con gracia pero al conjunto le falta chispa, tensión entre el grupo, mayor dinamismo, en su desarrollo fláccido de engaño, supervivencia y farsa con el propio fantasma de Robinson Crusoe apareciéndose a un asustado Antonio Vico.
Es una de las primeras películas de Mary Santpere, muy desaprovechada en una historia que pasa por un tablao, por una isla desierta e incluso por la lejana China.
“Morir para ver”…
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