Dirección: Steven Spielberg.
Intérpretes: Gabriel LaBelle, Michelle Williams, Paul Dano, Seth Rogen.
Con guión de Steven Spielberg y Tony Kushner.
Sinopsis
Haddon Township, Nueva Jersey, 10 enero del año 1952.
El niño Sammy (Mateo Zoryan Francis-DeFord/Gabriela LaBelle) acude por primera vez al cine en compañía de sus padres, Mitzy (Michelle Williams), pianista, y Burt Fabelman (Paul Dano), un ingeniero.
Tras la visión de la película, “El Mayor Espectáculo Del Mundo”, Sammy quiere como regalo un tren para recrear el choque que contempló en la película.
El choque lo rueda con la cámara del padre.
Es el inicio de su fascinación por el cine, que continúa en Phoenix, Arizona, lugar al que se mudan la familia, de creencias judías, tras un cambio de trabajo de Burt.
Crítica
Película con Steven Spielberg autobiografiándose en sus años mozos durante los años 50 y 60.
Se inicia en Nueva Jersey.
Familia judía acomodada y primera película en el cine para el niño Sammy.
Esa película es “El Mayor Espectáculo Del Mundo” de Cecil B. DeMille y el pequeño queda impresionado por una escena de tren.
Quiere su tren… y le compran el tren, faltaría más… más tarde un equipo de montaje.
El niño filma que te filma a la familia, en apariencia todos la mar de felices pero con un secreto guardado que la cámara terminará revelando.
La historia, con muy buen gusto en la elección de colores remedando el Technicolor del período, empleando sobre todo gamas de azules y verdes, falla en lo principal que se espera de su concepción como nacimiento de un cineasta: captar emociones sinceras de cinefilia, transmitir con sensibilidad la pasión por el séptimo arte.
Y eso que lo intenta con momentos de humor doméstico remedando a la momia, utilizando ragtime estilo cine mudo, filmando a boy scouts en plan westerns con sonido de Elmer Berstein e influencias de “El Hombre Que Mató a Liberty Valance”, o creando relatos de guerra con música modo Alfred Newman…
Utiliza, en la relación paterno-filial, contrastes de formas de ser y objetivos (imaginación y arte contra practicismo y oficio técnico), pero todo se desarrolla y resuelve de forma simple y poco original.
Pasa el film por Arizona para terminar en California, lugar en donde ya Spielberg se desapega de aportar algo inventivo a la cinefilia para volcarse a fondo en el drama familiar (de muy bajo interés), incorporando alguna figura excéntrica (el tío simpaticón de turno, un monito que no termina de dar juego) y conflictos muy triviales de instituto (con el típico acoso, la caricatura religiosa y el antisemitismo) con lugar también para el primer amor.
Un mundo de color de rosa resquebrajado en modos muy esquemáticos y anecdóticos en una mirada más superflua que profunda.
Lo mejor de la película, con canciones de las Ronettes, James Darren o Chubby Checker, es la breve aparición de David Lynch como John Ford… la importancia del horizonte. Situarlo y no perderlo.
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