• Por AlohaCriticón

malas intenciones posterDirección: Furumaya Tomoyuki.
Intérpretes: Okitsu Yamato, Takahashi Ryosuke, Nakajima Yuta, Mitsuisho Ken.


Damas y caballeros, estamos ante una de las mejores delicathessen del año.
Como ha sido demostrado en cuantiosas ocasiones, el cine oriental es una caja de sorpresas en donde de las historias más sencillas emanan grandes tragedias.

En esta ocasión nos encontramos ante un desfile de temas, mezclados y bien seleccionados con el arte del mejor de los gourmets, que se entrelazan y complementan hasta formar una película totalmente redonda que sin duda sorpenderá por su naturalidad e intensidad al espectador.

Partimos de una historia sencilla, hasta cierto punto clásica, de unos niños de un pueblo del Japón que intentan sobrevivir al hastío de una sociedad disciplinaria y ahogante a su vez que monótona y sin perspectivas.

Su arte radica en que de aquí subyace el dilema de la intemperancia del yo y de la formación y sustento de la personalidad en el ser humano. La conciencia se presenta, no como una constante identificativa de cada uno, sino como un ente voluble y etéreo de una gran inestabilidad y de una fuerte dependencia del entorno.

Sin llegar a caer en el naturalismo de Zola, cada uno de los personajes es el resultado de las convulsiones con que su entorno les fustiga día tras día.




El protagonista vive inmerso en una gran crisis de personalidad que le lleva a querer dominar a los otros ,a mentir y a intentar ser especial, no como signo de rebelión como le tacha el maestro, sino como forma de encontrarse a sí mismo y sentirse alguien ante la evidente falta de personalidad de su padre.

El segundo de abordo es también un paradigma en sí mismo, falto de iniciativa al principio, pero con el firme propósito de liberarse y pensar por sí mismo, deshace y encara poco a poco las cadenas que le unen al protagonista, mostrando con gran brío la evolución de una batalla interior magistralmente llevada a la gran pantalla.

Pero no termina aquí la gran creatividad de este film, el miedo, la envidia, la ira y la muerte como única salida ante la desesperación son sólo algunos de los ingredientes de esta fábula provinciana que critica a su vez la decadencia e inutilidad del antiguo (y aún muy hoy usado) sistema educativo japonés que no reprimía explícitamente de manera física a los alumnos como el inglés, pero que resultaba un verdadero acoso psicológico y destructivo del alma.




La técnica empleada para la grabación del film es igualmente sorprendente, destacando un maravilloso encuadre que juega en más de una ocasión con el movimiento de escenas paralelas, y también, un fabuloso ritmo narrativo tocado de una gran soltura poética.

La música es también un gran elemento del juego, que se alterna a la perfección con los silencios inesperados y rotundos. Las actuaciones son asimismo de una gran calidad, destacando los planos lentos y los juegos de miradas.

Ultimo apunte, no querría acabar sin destacar la escena del puente (en el que el amigo menor se tira al agua), filmada a al más puro estilo de Ingmar Bergman por su espléndido juego de cámaras y su gran contenido poético.

Con el mejor arte de las obras shakespearianas, “Malas Intenciones” recoge en un cuento provincial las más escondidas pasiones y temores que definen al ser humano.

Xacutacu

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