MEDIA LUNA (2006)
Dirección: Bahman Ghobadi.
Intérpretes: Ismail Ghaffari, Hedieh Tehrani, Golshifteh Farahani, Allah-Morad Rashtian.
Mamo (Ismail Ghaffari) es un anciano y venerado músico que, al final de sus días, quiere
cumplir con una última voluntad: celebrar un concierto en el Kurdistán.
Para ello se rodeará de sus amistades más cercanas, haciéndose acompañar
también por Hesho (Hedieh Tehrani), una cantante kurda elegida en un pueblo de montaña
habitado por 1334 refugiadas.
De la infancia a la senectud, de lo terrible a lo irremediable y del duro
sufrimiento del que todavía no ha empezado a vivir, al sometimiento sin
resistencia al destino que le alcanza del que ha vivido ya una larga
existencia.
Tal es el paso de Bahman Ghobadi de su anterior trabajo, “Las tortugas
también vuelan” (2004), a esta “Media luna”.
Moviéndose en el mismo palmo de terreno que en su título precedente,
Ghobadi, autor también del guión, acomete una película de carretera y manta
para mostrar el canto del cisne de un respetado y admirado músico; a
semejanza fílmica y física con el viejecillo Richard Farnsworth, que cruza
el territorio estadounidense con su minúsculo tractorcillo en “Una historia
verdadera” (1999) de David Lynch.
Adjetivar de poética “Media luna” es utilizar un epíteto pleonástico, ya que
la práctica totalidad de las cintas provenientes de aquellas coordenadas
geográficas, tienden a estar barnizadas del consabido lirismo que,
inexorablemente, hacen que su rumbo suela torcerse cuando se encaran con el
gran público palomitero pero que, por el contrario, pille algún galardón
festivalero.
“Media luna” es algo más liviana que “Las tortugas también vuelan” y, desde
luego, está impregnada de un agradecido y simpático humor que se echa de
menos en la tragedia infantil que tan descarnadamente narró Ghobadi.
Cabría resaltar, de entre los curtidos y poco agraciados caretos masculinos
que pululan por la pantalla, la belleza de la mujer que representa a la
parca y que al nombre de Niwemang (Media luna) o Papoola (Mariposa), acude a
llevarse a Mamo a dormir el sueño de los justos.
Alberto Alcázar