Dirección: Pedro Lazaga.
Intérpretes: Analía Gadé, Stephen Boyd, Jean Sorel, Espartaco Santoni.
Con guión de Pedro Lazaga (“Blanca Por Fuera y Rosa Por Dentro”) y Santiago Moncada (“El Pantano De Los Cuervos”).
Sinopsis
Desirée Charrier (Analía Gadé) está casada con Terence (José Luis López Vázquez), un hombre adinero que se ha quedado en silla de ruedas.
Desirée, sin conocimiento de Terence, participa en elaborados robos dirigidos por un hombre al que nunca ha visto. Su próximo objetivo será el robo de unas valiosas joyas propiedad de León Urrutia (Stephen Boyd).
Crítica
Comienzo confuso el de “Mil Millones Para Una Rubia”.
Analía Gadé, en plena carretera (primerísimos planos), recibe instrucciones de cambios de coches, de pelo, de ojos, de país… es un misterio, poco después roba a un paisano con el que fingía una noche loca de amor… Es una ladrona.
Más tarde la encontramos con José Luis López Vázquez, que pinta en una silla de ruedas próxima a una piscina… José Luis desconoce los planes de su mujer, que, como criminal sutil y con glamour, se envuelve en falsos matrimonios para embaucar a Stephen Boyd y Espartaco Santoni (también productor del film)… Muy curioso el reparto.
Todo este primer tramo es dinámico, con inclusión amena de personajes diversos conectados (un joyero, un psiquiatra…), con una trama pasable (un tanto forzada) que posee una base de intriga criminal con sonidos jazz y funk.
Todo cambia en su último y lamentable acto.
La historia gira al humor desbarrando el tono, con actitudes sinsentido que desbaratan psicologías previas y rematando con una “sorpresa” más que predecible.
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