Dirección: Lars Klevberg.
Intérpretes: Gabriel Bateman, Aubrey Plaza, Tim Matheson, Brian Tyree Henry.
Con guión de Tyler Burton Smith.
Sinopsis
Andy Barclay (Gabriel Bateman) se ha mudado a Chicago junto a su madre Karen (Aubrey Plaza), una cajera de un centro comercial que mantiene una relación con Shane (David Lewis), su nuevo novio que no gusta a Andy.
Karen, por el cumpleaños de su hijo, le regala a Andy un muñeco de moda, Buddi, que se hace llamar Chucky. Pronto, entre el juguete y el muchacho se establecen conexiones emocionales tan intensas como peligrosas.
Crítica
Remake de “Muñeco Diabólico” (1988) que transformar el terror con toques de comedia por un drama con gore y humor negro.
En esta ocasión, el muñeco se rediseña adaptándose a las nuevas tecnologías (teléfonos móviles, tablets, wifi…).
En la película original era un muñeco con el alma de un asesino en serie; en este remake es un dispositivo electrónico sin alma propia que aprende de la observación del comportamiento ajeno.
Los autores eliminan todo rastro de posesión diabólica y se vuelcan en el mundo de la tecnología defectuosa.
El aspecto del muñeco también cambia.
Es más amable, su aspecto no causa terror.
Se trata de un muñeco comercial que interactúa con los niños, aprende sus gustos para satisfacerlos, vigila a los bebés, programa los electrodomésticos.
Le falta la actitud y “personalidad” del original.
El resto de personajes resultan anodinos, sin carisma.
Durante la primera parte del film, Andy (Gabriel Bateman) es un chico que acaba de mudarse a Chicago y Chucky se convierte en su primer amigo en la ciudad, hasta que los otros chavales del bloque de apartamentos en el que vive se acercan al protagonista cómplices de la utilización traviesa del muñeco.
La película pretende advertir, sin entrar en profundidades ni reflexión, de los peligros de la tecnología, como es el mal uso de la misma y el exceso de la dependencia de esa tecnología.
El ritmo del film es irregular.
La introducción resulta lenta y, a pesar de no ser una película extensa, se hace larga, con las escenas criminales en su último acto en una acumulación de gore, sustos fáciles y rasgos de comedia negra.
Este último aspecto es lo más salvable del remake.
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