Dirección: Gary Fleder.
Intérpretes: Michael Douglas, Brittany Murphy, Sean Bean, Famke Janssen.
Película basada en una novela de Andrew Klavan.
Con guión de Anthony Peckham (“Sherlock Holmes”, “Invictus”) y Patrick Smith Kelly (“Un Crimen Perfecto”).
Sinopsis
El psiquitra Nathan Conrad (Michael Douglas) descubre que su hija (Skye McCole Bartusiak) ha sido secuestrada.
Los responsables del acto criminal le requieren un código que conoce una joven (Brittany Murphy) que está recibiendo tratamiento psiquiátrico.
Crítica
Thriller de poca entidad cuyo máximo atractivo a priori es la utilización como medio de desarrollo de la trama de una muchacha en estado catatónico.
Ni esa vaga característica puede elevar este título de la condición de telefilm de sobremesa con agudos efectos somníferos, pues la relación psiquiatra/enferma es plana, la trama y los personajes son superfluos, forzados y desprovistos de originalidad (con el inaguantable y constante vaivén de móvil va/móvil viene).
La realización de Gary Fleder carece de personalidad y resulta espesa en su narrativa (utiliza en una escena unos inútiles y mareantes travellings circulares de juzgado de guardia). Los temas y la exposición de los mismos (angustia familiar, preocupación social, caracteres maniqueos, clímax interminable, efectismo infundado…) son los concomitantes en este tipo de género intrigante.
Todo ello genera un ordinario conjunto fílmico despojado de toda imaginación y huérfano de eficaz suspense.
Michael Douglas, un actor con un poso interpretativo ya muy considerable, y la joven Brittany Murphy, hacen lo que pueden para dotar de grosor a sus papeles.
A la guapa Famke Janssen le basta con mostrar sus bonitas piernas para que el personal masculino agradezca su presencia, aunque sea con una enyesada rememorando al gran James Stewart en “La Ventana Indiscreta”.
Jennifer Esposito, por su parte, interpreta a uno de los personajes más intrascendentes en referencia a su minutaje jamás vistos en una película.
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