PREGÚNTALE AL VIENTO (2006)
Dirección: Robert Towne.
Intérpretes: Colin Farrell, Salma Hayek, Donald Sutherland, Eileen Matkins.
Años 30, ciudad de Los Angeles. Un escritor llamado Arturo Bandini (Colin Farrell) malvive en un hotel ante la esperanza de alcanzar el éxito literario al mismo tiempo que mantiene una destructiva relación amorosa con Camilla (Salma Hayek), una camarera mexicana.
El autor de guiones de más que interesantes películas como “El último deber” de Hal Ashby y “Chinatown” de Roman Polanski rememora de nuevo con este trabajo espacios angelinos en la Gran Depresión, una época propicia para el retrato de antihéroes, míseros, desencantados y afanosos de medraje social con aspiraciones de lograr el ansiado american dream y conseguir una identidad que le permita pertenecer a una comunidad de la que se sienten desplazados.
En “Pregúntale al polvo”, Robert Towne adapta a uno de sus escritores favoritos (también espejo de Charles Bukowski), el autor de culto John Fante, que con “Ask the dust” narraba de forma lírico-sórdida una historia de carácter autobiográfico con el encuentro romántico entre dos caracteres que tienen que superar sus complejos culturales para poder integrarse en un lugar marcado por prejuicios.
Convertida por Towne en un melancólico melodrama con tintes negruzcos, la historia, maravillosamente reconstruida en su diseño de producción y recreada de forma evocativa con una espléndida fotografía de Caleb Deschanel (que traslada el período californiano de los años 30 a escenarios sudafricanos actuales), definiendo la imagen del escritor ambicioso y desventurado a través de tópicos, deseos y cuestiones filosóficas de tipo sociocultural que terminan resultando más plomizas que encantadoras.
Estigmatizados por sus raíces, los vulnerables personajes no acaban de poseer vida interior más allá del trazo superficial y la actuación de Colin Farrell resulta demasiado almidonada.
Los caracteres secundarios, con intérpretes de primera como Donald Sutherland, Idin Menzel y Eileen Atkins, tampoco sobrepasan la caricatura en un relato elegíaco que aborda una relación poco excitante y refleja la vida del escritor en una especie de relato de iniciación de bajo nivel emocional y menos aridez de la esperada.
Enlaces
Al igual que otros muchos que lo intentan y se quedan en el camino, o bien,
triunfan, Arturo Bandini (Colin Farell) un incipiente escritor, se traslada a
Los Ángeles en busca de inspiración y fortuna.
En la ciudad californiana pasará muchas horas delante de la máquina de
escribir, pero también tendrá la oportunidad de conocer a una impulsiva y
sensual camarera mejicana, Camila (Salma Hayek).
“Pregúntale al viento” no es la primera adaptación cinematográfica que se
realiza de una novela de John Fante, un autor de culto con una vida algo
desarreglada.
Efectivamente, en 1989, Dominique Deruddere dirigió y adaptó “Espera la
primavera, Bandini”, protagonizada, entre otros, por Joe Mantenga, Ornella
Mutti y Faye Dunaway.
En esta ocasión, la amistad personal de Robert Towne con Fante, propició
el trabajo que ahora ve la luz.
No obstante, y a pesar de la reputación de Towne (guionista
de “Chinatown” (1974)), el proyecto ha tardado en materializarse por la
falta de apoyo artístico y, sobre todo, económico, solventado por el arrimo
de Colin Farell y, curiosamente, de Tom Cruise en la faceta productora.
“Pregúntale al viento” es la historia de una ambición literaria, entreverada
por cierto matices antropológicos de los Estados Unidos del primer tercio
del siglo veinte, en donde los roces y tensiones racistas ya estaban a flor
de piel en la población.
Si bien la cinta progresa de forma adecuada, se echa en falta una
descripción más detallada de ciertos personajes, como el de Sutherland o
el interpretado por Justin Kirk, por ejemplo.
Un lastre supone, igualmente, el rostro casi siempre neutro de Farell, no
adecuado para hacer frente a la expresividad y fuerza de Hayek.
En el apartado, cine dentro del cine, mencionar que el título “Música y
mujeres”, con dirección de Ray Enright y guión de Delmer Daves (1934), es
el que ilumina la marquesina de la sala a la que acuden la pareja formada
por la mejicana y el italoamericano.
Otros tiempos, otro estilo de hacer películas: aquellas secuencias
inmortales en las que Busby Berkeley utilizaba a las bailarinas para, en
planos cenitales, formar auténticas figuras de calidoscopio.
Alberto Alcázar
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