Dirección: Davis Guggenheim.
Intérpretes: James Marsden, Kate Hudson, Joshua Jackson, Norman Reedus.
Derrick (James Marsden), Travis (Norman Reedus) y Jones (Leena Headey), como trabajo para una de sus asignaturas en la universidad, hacen correr un bulo sobre Naomi (Kate Hudson), una chica de estricta moral, pero cuando el rumor evoluciona hasta hablar de violación y el novio de Naomi (Joshua Jackson) es detenido, todo se complica.
Mucho se ha hablado del auge de un cine teen, hecho con, por y para adolescentes y, muy a menudo, con poca originalidad, guiones simplistas e interpretaciones que dejan mucho que desear, pero este no es el caso de “Rumores Que Matan”, aunque sus protagonistas sean jóvenes y alocados y aunque la acción ocurra en un ambiente juvenil.
Bien al contrario, en este caso estamos hablando de una película de suspense con, por y para adultos que, si de alguna cosa peca, es de no aprovechar al máximo las posibilidades que se derivan de los primeros 25 o 30 minutos.
Así pues, podría decirse que nos hallamos ante dos películas fundidas en una.
La primera, excelentemente planteada, expone un tema sugerente: cómo se expande un rumor, a quien afecta y de qué modo y, finalmente, puede que el rumor sea más real que la verdad o, más específicamente, ¿puede que hayamos llegado a la verdad mediante el rumor? Y si es así, ¿cual es esa verdad?
Son esos primeros minutos en que se trata sólo de habladurías y, aunque es probable que se haya producido un delito grave, nada es seguro.
Pero luego todo se esclarece con demasiada rapidez, el culpable está claro y no es difícil entender que todo lo demás es una maniobra de sus compañeros para desemmascararle.
Lo que era confuso deja de serlo y, en cambio, la película se convierte en monótona, a la vez que algunos hilos interesantes – las presiones de la familia de Naomi sobre la policia, las reacciones de los compañeros de clase – se diluyen.
En definitiva, la que podría haber sido una película original y sumamente interesante se convierte en una floja cinta de suspense sin demasiado suspense, que digamos.
Un producto convencional que no aprovecha en absoluto todos los caminos que abre y que hace que el espectador se pregunte por qué no podían poner una cámara en la habitación de Naomi y así evitar ya todo lo que viene después, ya que, aunque la cinta se convertiría en un cortometraje, puedo asegurar que su calidad seria mucho mayor que la de la presente y su tensión se mantendría hasta el final.
Eva Pesquera
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