• Por AlohaCriticón

SARABAND (2003)

Dirección: Ingmar Bergman.

Intérpretes: Liv Ullmann, Erland Josephson, Börje Ahlstedt, Julia Dufvenius.

Marianne (Liv Ullmann) es una abogada, separada y con dos hijas que,

dando un repaso a su vida, decide reencontrarse con quien fuera su

marido, Johan (Erland Josephson).

La visita a Johan, además de desencadenar la resurrección de viejos

fantasmas, servirá para que Marianne sea testigo de las relaciones de su

ex marido con un hijo de éste, Henrik (Börje Ahlstedt) y con su nieta, Karin

(Julia Dufvenius).

La sarabanda o zarabanda es un movimiento o pieza musical que se

encuentra en algunas creaciones de Johann Sebastian Bach y cuyo origen

hay que hallarlo en una danza española del siglo XVII que se caracterizaba

por su ampulosidad y dinamismo, y que en Bach adquiere, sin embargo, una

mayor ralentización.

Con el anuncio por parte de Bergman de no volver a rodar más películas

después de éste, su último trabajo, a “Saraband” se le ha colocado de

forma popular y espontánea el subtítulo de “el testamento artístico de

Ingmar Bergman”.

Como si se tratara de una continuación de su obra, “Secretos de un

matrimonio” (1973), Bergman recorre todo su universo cinematográfico a

través de la misma pareja protagonista de aquel filme, Ullmann y Josephson.

Una nueva reexposición de la temática que jalona la filmografía del director

sueco y que va desde la muerte o el sexo, pasando por la religión, la culpa

o la infidelidad.

Después de prácticamente veinte años alejado de la gran pantalla, pero

dejando su rastro en producciones teatrales y en televisión, Bergman

vuelve a imprimir su sello personal, haciéndolo no como un octogenario

inamovible respecto a sus métodos, sino como un chaval que decide

experimentar con el proceder “dogmático”, es decir, utilizando el vídeo

digital.

Estructurada en diferentes episodios o capítulos acotados en su

respectivo prólogo y epílogo, “Saraband” cuenta con una memorable

interpretación, no sólo de los ya consagrados Ullmann y Josephson, sino

también con las grandes intervenciones de Börje Ahlstedt y Julia Dufvenius.

De igual manera que la pasional sarabanda deviene posteriormente en una

melodía más tenue, el mismo proceso en el plano afectivo se puede aplicar

a los antiguos consortes que, en un contexto más reposado, intentan

cumplir con la receta que en su día aconsejaron a Johan para la

consolidación de un matrimonio: “una buena amistad y un erotismo

inquebrantable”.

Alberto Alcázar

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