TESS (1979)
Director: Roman Polanski.
Intérpretes: Nastassja Kinski, Peter Firth, Leigh Lawson, John Collin.
Tess Durbeyfield (Nastassja Kinski) es una jovencita que lleva una vida en
apariencia jovial, pese a ser hija de una familia de campesinos en la
Inglaterra del siglo XIX. Un día su vida dará un vuelco cuando su padre se
entera a través del párroco del lugar de que su familia desciende de la
gloriosa estirpe de los d´Urberville, y de que tienen parientes adinerados
no muy lejos de donde viven. Por ello, Tess será enviada a casa de estos
parientes, para lograr un trato de favor. Será a partir de ahí, cuando
conozca a su pérfido primo, cuando su vida se verá afectada
irremisiblemente.
“Tess” supuso un cambio total de registro para el realizador polaco Roman
Polanski, al ser su primer film de época, y el primero que hizo tras su
huida de Estados Unidos a causa de un escándalo sexual. Acostumbrado a
dirigir películas a contracorriente respecto a las convenciones de su época,
el firmar un film tan clasicista como lo es este si que resulta novedoso,
aunque quizá “Chinatown” como homenaje al cine negro ya planteaba una
adopción de formas más convencionales, en las antípodas de películas como
“Repulsión” o “La semilla del diablo”.
La película es una adaptación de la novela homónima de Thomas Hardy,
escritor británico de la época victoriana, que ha conocido en la década de
los 90 otras adaptaciones de obras suyas en cintas como “Jude” o “El
perdón”. Las novelas de Hardy suelen denotar críticas a la sociedad de su
tiempo, pero eso es algo que Polanski deja de lado en esta ocasión.Al
director polaco le interesa más el narrar las aventuras y desventuras de una
serie de personajes que luchan por su supervivencia, tanto a un nivel físico
como emocional. La protagonista es una joven sin grandes pretensiones en la
vida, que más de una vez deja patentes sus deseos de morir, que confía en el
amor como redentor,pero sin mucha convicción. El amante de Tess (Peter
Firth) es un pobre diablo que pasa de las convenciones sociales,pero que
repudia a la chica cuando descubre su pasado, en el que tiene mucho que ver
el infame Alec (Leigh Lawson), un ricote con pretensiones de señor.
De este modo, Polanski nos ofrece un mosaico de pasiones contenidas, rodado
con gran exquisitez y sensibilidad, sin caer en lo zalamero y pasteloso. A
ello ayuda no poco la excelente labor del director de fotografía, que capta
las tonalidades de la naturaleza según la estación, así como el compositor,
autor de una lírica partitura, para nada barroca y recargada. Polanski narra
con sencillez y ritmo pausado, para poco a poco ir desgranando los sucesos,
que curiosamente se desencadenan a través de coincidencias poco
afortunadas. Así pues, el autor de “El baile de los vampiros” nos brinda
todo un tratado sobre la predestinación y el fatalismo, en el que brilla con
luz propia su protagonista, la actriz alemana Nastassja Kinski. Pocas veces
lució la teutona tan bella en una pantalla, dotando de humanidad a su
personaje por medio de una gran economía gestual, ya que por su expresión o
las variaciones en la caída de sus ojos adivinamos sus estados de ánimo. En
el apartado de defectos hay que reprocharle un final algo artificioso y
teatral, que rompe algo con el tono más realista del resto de la cinta.
Así pues, nos hallamos ante un producto muy recomendable, que quizá no haga
las delicias de los seguidores del Polanski más bizarro, pero que resulta
ser una de sus mejores películas. En su momento, el film obtuvo tres Oscar
en premios menores, quedándose sin galardón en las categorías de mejor
película o mejor director, siendo la vencedora la inferior “Kramer contra
Kramer”, pero ya se sabe que la distribución de los eunucos dorados no
siempre es la más merecida.David García
Enlaces