Dirección: Thomas Bezucha.
Intérpretes: Kevin Costner, Diane Lane, Lesley Manville, Will Brittain.
Con guión de Thomas Bezucha (“La Sociedad Literaria y El Pastel De Patata”).
Sinopsis
Montana, año 1961.
George Blackledge (Kevin Costner) es un sheriff retirado que vive con su mujer, Margaret (Diane Lane), su hijo James (Ryan Bruce), su esposa Lorna (Kayli Carter) y su nieto.
Tras un accidente con un caballo, James fallece.
Tres años después, Lorna se casa con Donnie Weboy (Will Brittain), un maltratador con el que desaparece junto al niño. En ese momento, Geoge y Margaret deciden partir para encontrarlos.
En el trayecto, la pareja entabla amistad con un joven indio llamado Peter (Booboo Stewart).
Crítica
Película con arranque de western intimista y crepuscular.
Comienza bien con la presentación de personajes, el tono tranquilo, un ritmo que toma su tiempo para mostrar los elementos de carácter y acción, los motivos en la trama.
Los temas centrales de la historia son el sentimiento de pérdida, los lazos familiares y la búsqueda de justicia.
La pareja protagonista es George (Kevin Costner) un sheriff retirado, y su mujer Margaret (Diane Lane), adiestradora de caballos, un matrimonio que sufre con dignidad y entereza la pérdida de un hijo.
Ambos están bastante bien en sus papeles, con buena conexión, contenidos, creíbles; interpretando a personajes que cargan con una situación en la que se encuentran hundidos por dentro. Ella trata de mantenerse con dignidad y luchar por proteger a su nieto. Él, parco en palabras, lucha hasta el final por complacer a su mujer.
La familia antagonista son los Weboy, unos villanos con una matriarca interpretada por Lesley Manville.
El retrato es maniqueo y poco definido (una especie de clan de rednecks malvados).
En cuanto se conocen se produce el choque entre familias, una herida por la pérdida y otra podrida por la maldad, se ve el resultado con un conflicto en donde la ley pinta muy poco y las emociones mucho.
La película, ambientada a comienzos de los años sesenta del pasado siglo, cuenta con una fotografía cuidada y una música bien elegida como acompañamiento narrativo.
Parte de una historia pausada pero tensa, cruda, desasosegante, con fondo psicológico; pero progresa de manera decepcionante, cambiando el tono y el género, y rompiendo con el enfoque anterior, pasando a ser un thriller violento progresivamente inverosímil y con una resolución atropellada.
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