Dirección: François Simard, Anouk Whissell y Yoann-Karl Whissell.
Intérpretes: Graham Verchere, Judah Lewis, Tiera Skovbye, Caleb Emery.
Con guión de Matt Leslie y Stephen J. Smith.
Sinopsis
Junio del año 1984. En un barrio de Ipswich, Oregon, vive Davey Armstrong (Graham Verchere), adolescente gustoso de los fenómenos paranormales y los asuntos de misterio.
El condado en el que reside está siendo sacudido por asesinatos de jóvenes. El autor es un asesino en serie. Davey sospecha de un policía vecino, Wayne Mackey (Rich Sommer), al que espía junto a sus amigos de pandilla.
Crítica
El trío autor de la cinta post-apocalíptica “Turbo Kid” (2015), un pastiche curioso entre Mad Max y John Carpenter, rodó su segunda película con este film, una historia adolescente de nostalgia ochentera que gira sobre un misterio y que hurga, a lo Alfred Hitchcock, en el lado oscuro del aparente ciudadano normal, amable.
La película, con uso musical de atmosféricos sintetizadores, una narrativa de expresión clásica y un título que evoca el “Verano Del 71” de Robert Mulligan, es un homenaje al cine juvenil de aventura e intriga de los años 80, estilo “Goonies” o “Cuenta Conmigo”, con toques iniciáticos también de la comedia sexual adolescente del período en modo light, y la referencia citada a Hitchcock con el cotilleo vecinal de “La Ventana Indiscreta”.
Al margen de tales influencias, el film es fallido aunque, derivado de su concepto temporal, de pandilla de chavales y de asunto de intriga criminal, podrá gustar a quienes disfruten con la teleserie “Stranger Things”.
No obstante, la trama es poco inventiva, un whodunit sin sorpresas y con personajes sin interés, chavales estereotipados y adultos que aportan poco o nada.