• Por Antonio Méndez

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Dirección: Paul Thomas Anderson.
Intérpretes: Daniel Day-Lewis, Kevin J. O’Connor, Ciarán Hinds, Dillon Freasier.

Película basada en una novela de Upton Sinclair (“Petróleo”, Edhasa Editorial). Con guión de Paul Thomas Anderson (“Boogie Nights”, “Magnolia”).

Sinopsis

Daniel Plainview (Daniel-Day Lewis) es un minero de finales del siglo XIX que termina convertido en un ambicioso magnate petrolífero. Junto a Plainview en su ascenso económico se encuentra su hijo H. W. (Dillon Freasier).

Crítica

pozos-de-ambicionPelícula de Paul Thomas Anderson que adapta el libro “Petróleo” de Upton Sinclair. Alejado de la epopeya “oronegrera” tipo “Gigante” o “Tulsa”, el film se revela escaso en grandeza y se centra más en un taciturno estudio de personaje ambicioso y misántropo.

Tal personaje no llega a ligar emocionalmente con la gravedad que pretende, con lo que la película bordea el tedio en gran parte de su metraje con la esperanza de que algo interesante suceda. Lamentablemente eso ocurre en pocas ocasiones.

Daniel Plainview está desdibujado y tópico en la exposición vital y psicológica de progresiva embriaguez por la codicia de poder y las huellas de su pasado, y su contexto no es más que una parodia de una comunidad rural tradicional y religiosa.

A la trama le falta un fuerte referente humano como contrapunto a la personalidad de Plainview, además de la creación de situaciones dramáticas de peso, sea a través de la relación paterno-filial, de los encuentros y desencuentros comerciales, de sus vínculos pasados familiares, de la adaptación cínica al citado ambiente agreste, o del paulatino extravío mental.

pozos de ambicio critica review fotosSin palabras, la historia se inicia implantando la esforzada labor minera del protagonista en la parte final del siglo XIX, quien poco a poco va incrementando su estatus en el negocio petrolífero en los primeros tramos del siglo XX.

Si Daniel Day-Lewis, en ocasiones muy pero que muy pasado, aporta suficiente intensidad a su papel, nadie de quien le rodea origina obstáculos de entidad para sus ambiciosos proyectos.

La labor de extracción y excavación no posee incidencia épica, el joven predicador es una mera caricatura como pivote de crítica fácil y manida a la exacerbación religiosa, los demás personajes (al margen de Plainview) están como si no estuvieran, y los diálogos que mantienen carecen de interés, al igual que el progreso general de una trama conceptual que no posee una orientación con sustancia más allá de enfatizar plano a plano el narcisismo interpretativo que aquí oferta Lewis, en una afectación que parece gustar mucho al personal.

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