Dirección: Ridley Scott.
Intérpretes: Michelle Williams, Christopher Plummer, Charlie Plummer, Mark Wahlberg.
Película basada en un libro de John Pearson.
Con guión de David Scarpa (“Ultimátum A La Tierra”, “La Última Fortaleza”).
Sinopsis
Roma, año 1973.
John Paul Getty III (Charlie Plummer), nieto de uno de los hombres más ricos del mundo, el magnate petrolífero John Paul Getty (Christopher Plummer), camina por las calles durante la noche. Una furgoneta se acerca y le secuestra.
Poco después, los secuestradores exigen un rescate que el abuelo acoge con frialdad y negándose a pagar lo pedido por los mafiosos.
La madre del secuestrado, Gail (Michelle Williams), se ocupará de lograr la liberación ayudada por el jefe de seguridad de Getty, Fletcher Chase (Mark Wahlberg).
Crítica
Dramatización del secuestro real de John Paul Getty III dirigida por Ridley Scott, quien rehizo todas las escenas rodadas previamente con Kevin Spacey por otras filmadas con Christopher Plummer tras las denuncias de acoso sexual recibidas por el primero.
Tal rocambolesca decisión no muestra artificio en la resolución de esta película bien interpretada pero sin la trascendencia emocional que requería la situación tratada.
Los personajes no superan la instrumentación para simples mensajes y metáforas en torno a decisiones, prioridades y relaciones en un contexto de familia, dinero y poder; con un retrato vacío de caracteres tras un inicio sugerente que, en blanco y negro, realiza un homenaje a “La Dolce Vita” de Federico Fellini antes de abordar un recorrido rápido con flashbacks por la raíz millonaria del protagonista.
Christopher Plummer, Romain Duris y Michelle Williams destacan en un reparto desigual, con un Mark Wahlberg fuera de tono y un Charlie Plummer (sin nada que ver en parentesco familiar con Christopher) sin fondo.
Ridley Scott posee maña narrativa además de gusto estético, lo que hace vistoso en pantalla un relato con varias licencias “históricas”, pero no ahonda psicológicamente, ni aprovecha el escenario setentero para significar la época, ni intensifica sus conflictos, relegado todo a un amable esquematismo.
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