• Por AlohaCriticón

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COMETAS EN EL CIELO (2007)

Dirección: Marc Forster.

Intérpretes: Khalid Abdalla, Shaun Toub, Atossa Leoni, Sayed Jafar Masihullah Gharibzada.

Película basada en una novela de Khaled Hosseini. Con guión de David Benioff (“Troya”, “La Última Noche”).

Dos niños afganos a los que les gusta hacer volar cometas, Amir (Khalid Abdalla) y Hassan (Ahmad Khan Mahmidzada), se separaron cuando su país estaba al borde de la invasión soviética y tras un hecho de cobardía. Tiempo después. Amir, que ha pasado los últimos veinte años de su vida en los Estados Unidos, retorna a su país con ánimo de redención y ayudar a su antiguo amigo.

Después de llevar a la gran pantalla aspectos de la vida de James Barrie (autor de “Peter Pan”), Marc Forster volvió a servirse de conocidas raíces literarias al adaptar a Khaled Hosseini y su best-seller “Cometas en el cielo”, una historia con el vuelo de la cometa como metáfora de libertad.

El film, con producción de Sam Mendes, aborda asuntos de amistad, secretos familiares, fanatismos, inmigración y actos de redención, con una cronología histórica que afronta diferentes regímenes políticos en el convulso Afganistán.

La música arábiga de los créditos (obra de Alberto Iglesias) es el preludio sonoro de un ambiente sereno en la ciudad californiana de San Francisco, lugar de residencia de una pareja de exterior feliz.

La dicha de uno de sus miembros esconde, sin embargo, un pasado de luces y sombras que una llamada telefónica “le” y “nos” recupera en un largo flashback.

El sosiego de esta introducción se convierte a través de los recuerdos del protagonista masculino principal en un drama psicológico con relaciones clave en torno a la amistad y el vínculo paterno-filial.

Ambas conexiones sirven para transmitir diferentes impresiones sobre posicionamientos ideológicos, defensa de principios, y actitudes de valentía-cobardía en un entorno social exigente y clasista.

En el flashback somos testigos del hecho traumático que marca la vida de un protagonista en etapa iniciática y en proceso de maduración, a la par, que de manera muy superflua, asistimos a los cambios sociales y políticos que definen el destino de los protagonistas y el esencial compromiso expiatorio que caracteriza la aventura del acto final.

La narración de Forster, para bien, no da lugar a burdas concesiones estéticas ni se deja llevar por la precipitación ni el efectismo.

No obstante, no consigue hacer repercutir las emociones de las acciones y sus personajes. Le falta expresividad a las interpretaciones de algunos niños; los caracteres no poseen mucho desarrollo, con lo que el aspecto íntimo no conecta; los temas, complejos en todos los niveles, no superan el titular de un periódico gratuito de sucesos; y no se aprovechan demasiado los escenarios ni los rasgos costumbristas para otorgar de propiedad a lo ya distintivo con el simple uso del tópico.