Dirección: Michael Matthews.
Intérpretes: Dylan O’Brien, Jessica Henwick, Michael Rooker, Ariana Greenblatt.
Con guión de Brian Duffield (“Espontánea”) y Matthew Robinson (“Dora y La Ciudad Perdida”).
Sinopsis
Joel (Dylan O’Brien) está encerrado en un búnker tras un suceso que cambió la vida en la Tierra. El intento de evitar la colisión de un asteroide provocó la mutación de animales de sangre fría, monstruos que amenazan la vida de los humanos.
Joel, que convive con otros supervivientes, decide salir del búnker y recorrer un largo camino para reencontrarse con su novia, Aimee (Jessica Henwick).
Crítica
Dylan O’Brien dota de desenfado a esta mezcla de aventura post-apocalíptica, humor y road movie con monstruos agigantados de serie B al estilo del clásico Bert I. Gordon.
El tono es confesional, cómplice, con el protagonista O’Brien utilizando regularmente la voz en off en un viaje estilo Odisea de Homero con flashbacks de origen de situación.
Su periplo da lugar a situaciones de aprendizaje, de superación de traumas, con el mensaje de que es necesario vencer miedos y enfrentarse al “monstruo”, que quizá no sea tan monstruoso y terrorífico como nosotros pensamos que es, o como el poder sobre nosotros quiere que sea. Hay que salir del encierro, del búnker.
Michael Matthews maneja con agilidad su material de “comedia en la tragedia”, vinculando emocionalmente al joven con un perro, y salpicando la historia con distintos personajes y fragmentos musicales de Arcade Fire, Ben E. King, Mercury Rev, Lee Hazlewood…
El tramo final de la película es previsible, pero en conjunto resulta inventiva y suficiente, con ecos en modos y forma de los “Zombieland” o de la cinta 70s “2024: Apocalipsis Nuclear (Un Muchacho y Su Perro)”.
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