• Por AlohaCriticón

el nuevo mundo cartelDirección: Terrence Malick.
Intérpretes: Colin Farrell, Christian Bale, Q’Orianka Kilcher, Christopher Plummer.


Año 1607. John Smith (Colin Farrell) es un capitán inglés que llega en una expedición a las costas de Virginia con la intención de quedarse y explorar el lugar. En una misión de reconocimiento será apresado por los indios nativos, enfadados por el asentamiento de los colonos. Smith salvará su vida gracias a la intervención de una muchacha (Q´Orianka Kilcher), con la que iniciará una historia de amor.

“El Nuevo Mundo” es la nueva película de Terrence Malick, un director que debutó en los años 70 con “Malas Tierras” y “Días Del Cielo”, y que después se tomó un receso de 20 años hasta realizar “La Delgada Línea Roja”. Así pues, un escaso bagaje en cuanto a producción cinematográfica de un realizador esquivo a aparecer en público. Su obra se ha caracterizado siempre por una estilizada puesta en escena, la búsqueda denodada de la belleza en cada plano, merced al uso de la fotografía y la música. Sin embargo, este ansia muchas veces ha ido en perjuicio de la historia y los personajes de sus films.




En esta ocasión se ha servido del mito de John Smith y Pocahontas (que en ningún momento de la película recibe este nombre). Los que esperen una cinta de aventuras coloniales, es mejor que cambien de idea o se verán burlados. Malick se vale de un ritmo lento y pausado para narrar la llegada de los conquistadores a las tierras virginales. Con su acostumbrada ideología rousseauniana, nos muestra al hombre salvaje, feliz en su relación con la Naturaleza. La calma se verá interrumpida con la incursión de los extraños, que desestabilizarán el idílico mundo de los nativos. Sin embargo, el interés de Malick no estriba tanto en la crítica a la colonización occidental como en el hecho de mostrar la relación entre dos personas de diferentes orígenes y culturas.

De cualquier modo, el gusto de Malick por el preciosismo se convierte en la mejor virtud y el peor defecto del film. En su constante búsqueda de la metáfora y la sugerencia, a veces logra ser fascinante e hipnótico (como la llegada de los conquistadores) y en otras ocasiones resulta plúmbeo, dándole ganas al espectador de tener un mando a distancia para apretar el botón de “fast forward”. Es preciso resaltar la espléndida labor de Emmanuel Lubezki en la fotografía, que sabe captar las tonalidades de los medios enfrentados.

La selva virgen, de apariencia paradisíaca, como si se tratara del Edén (y que no es la única referencia religiosa) y el campamento de los colonos o Inglaterra, bastante más oscuros e inhóspitos. No se puede decir lo mismo del uso de la voz en off, casi siempre subrayando innecesariamente cosas que ya vemos en la pantalla. La banda sonora, aderezada con piezas de Wagner y Mozart, también es de recibo.




En el apartado actoral, resalta la refrescante presencia de Q´Orianka Kilcher, capaz de transmitir la inocencia y emoción de su personaje. No se puede decir lo mismo de Colin Farrell, que se limita a poner cara de pena para hacernos creer su confusión interior. Christopher Plummer y Christian Bale cumplen con sus roles, no muy extensos.

Así pues, lo que nos queda es un film desigual, demasiado hermético para poder ser plato para todos los gustos. Para unos será la poesía hecha cine, mientras que para otros no pasará de un tostón de mucho cuidado. Un servidor se inclina más hacia lo primero, aunque reconociendo su ocasional falta de ritmo. Una película más que aceptable, lastrada por los excesos de su director.

David García

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Terrence Malick
Colin Farrell
Christian Bale
Christopher Plummer

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