Dirección: Daniel Myrick y Eduardo Sánchez.
Intérpretes: Heather Donahue, Michael Williams, Joshua Leonard.

Con guión de Daniel Myrick y Eduardo Sánchez.

Una bruja desterrada del siglo XVIII llega hasta un bosque en donde cometió multitud de crímenes. En el año 1994 tres estudiantes de cine se pierden en ese bosque sin que quede rastro de ellos. Un año después, se encuentra en una cabaña una bolsa con cintas de video y audio que desvelarán el destino del trío desaparecido.

Inteligente campaña de marketing y propuesta hipotéticamente innovadora (ya vista en tiempos pretéritos en “Holocausto Caníbal”) para este producto de terror de bajo presupuesto y ausencia de efectos especiales que pretende ofertar una mirada original, desde el basamento de una falsa leyenda y técnica documental, a las historias sobrenaturales en el ámbito adolescente con un fortalecimiento de la sugerencia y el énfasis en la gradación paranoica.

Sus responsable tienen muy buenas intenciones, pero realmente lo único que se obtiene tras el visionado de su cinta es un comistrajo insípido de grititos, silencios y desesperanza entre los muchachotes que pululan por el bosque cargando con la cámara al hombro.

Se define la sensación de miedo brindado por Myrick y Sanchez como metafísica y atmosférica, pero lo único de metafísico que existe aquí es la difícil comprensión sobre el proceso de tontolización colectiva al que es sometido el ciudadano medio para ser convencido con argumentos tan fútiles para que vacíe sus angostos bolsillos en este pequeño y barato experimento, sin ningún tipo de valor cinematográfico real, al margen de la abstracción personal que algún clarividente desee otorgarle.