Dirección: Jesse Peretz.
Intérpretes: Rose Byrne, Ethan Hawke, Chris O’Dowd, Azhy Robertson.
Con guión de Jim Taylor (“Os Declaro Marido y Marido”, “Una Vida a Lo Grande”), Tamara Jenkins (“Vida Privada”, “Colgados En Beverly Hills”) y Evgenia Peretz (“Our Idiot Brother”).
Sinopsis
Annie (Rose Byrne) no pasa por un buen momento con su pareja, Duncan (Chris O’Down), un profesor universitario con el que reside en una pequeña localidad costera británica. Duncan está obsesionado con la enigmática figura del cantautor Tucker Crowe (Ethan Hawke), un músico que desapareció tras haber grabado un álbum de culto llamado “Juliet”. Tras recibir un disco con las demos acústicas de “Juliet”, Annie escribe una reseña negativa sobre el álbum en la web homenaje a Tucker Crowe creada por su novio, hecho que enfurece a Duncan pero no al propio Tucker, quien vive ahora en un garaje próximo a la casa de su expareja. Tucker se pone en contacto con Annie y deciden verse cuando el primero viaja a Londres para conocer a su primer nieto.
Crítica
“Juliet, Desnuda”, película basada en una novela de Nick Hornby, es una comedia romántica en la que subyace un drama.
El marido de Annie, Duncan, es un hombre un tanto inmaduro al que le apasiona la música. Vive obsesionado con el único álbum lanzado por Tucker Crowe en un momento de crisis matrimonial (vida rutinaria, sin hijos, sin emociones, sin estímulos, que gira en torno a la obsesión de Duncan).
Annie y el propio Tucker terminan intercambiando correos electrónicos, compartiendo confidencias y sentimientos. Ambos tienen la sensación de haber desaprovechado parte de sus vidas, parece asustarles tomar decisiones.
Annie se verá a si misma entre dos hombres, uno es una estrella del rock olvidada, el otro su fan mas incondicional. La relación entre los tres protagonistas está totalmente condicionada por la admiración a la obra del cantante, dando lugar a una reposada historia romántica con un trasfondo de tristeza en unos personajes temerosos ante la soledad.
Destacan en las interpretaciones Rose Byrne y Ethan Hawke, ambos como personajes torpes a la hora de acercarse emocionalmente. El personaje al que da vida Chris O’Dowd en los primeros minutos se muestra divertido por sus tics y obsesiones, pero finalmente resulta desdibujado.
Se trata de una historia llevadera, tierna y amable, aunque le falta comedia, conflicto, enloquecimiento, emoción… La trama aborda conflictos propios de la madurez, crisis vital, la asunción de errores del pasado, malas decisiones, expectativas que no se cumplen, el desencanto.
Es una película que se deja ver, sin demasiadas pretensiones, previsible, con un giro final un tanto forzado.
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