• Por AlohaCriticón

la morada del miedoDirección: Andrew Douglas.
Intérpretes: Ryan Reynolds, Melissa George, Jesse James, Philip Baker Hall.

Película basada en una novela de Jay Anson (“Aquí Vive El Horror”, Círculo de Lectores). Con guión de Scott Kosar (“El Maquinista”, “La Matanza De Texas”).

Sinopsis

Unos padres y sus cuatro hijos pequeños fueron asesinados por su hijo mayor el 13 de noviembre de 1974 en una casa de Suffolk.
El muchacho confesó que mató a su familia porque unas voces se lo pidieron.
Un año después una joven pareja, George (Ryan Reynolds) y Kathy Luz (Melissa George), se mudan a esa casa con sus hijos.
Allí comenzarán a percibir sucesos extraños y presencias demoníacas.

Crítica




Los sucesos reales acontecidos en Amityville han deparado diferentes historias cinematográficas, a cual peor, como “Terror En Amityville” (1979), la película dirigida por Stuart Rosenberg, e incluso una de un Richard Fleischer en su momento más pésimo que fue rodada en 3 dimensiones y todo. Qué lujo.

morada-miedo-peliculaEl asesinato de sus padres y de sus hermanos por un jamado que afirmó estar poseso (como hacen tantos otros) para justificar su horrendo crimen es también la base para este título llamado “La Morada Del Miedo”, un título que, partiendo de tal suceso, conjuga en un latoso comistrajo varios de los cimientos del cine de terror más trillado de los últimos tiempos: la casa endemoniada a la que la parentela accede con ilusión para terminar todo como el rosario de la aurora; el psicópata malencarado con el personaje femenino, de estrecho vínculo sentimental, y la prole de ésta, con quien suele mantener conflictos previos; algún animal que, por supuesto, se huele que el lugar está repleto de tipos poco recomendables; y asuntos paranormales con conexión entre niño/niña y espíritus atormentados con quien parlotea en plan colega (sin explica razonadamente por qué se produce tal conexión con los niños y no con los adultos).
Para adornar el asunto no puede faltar un cura a lo “El Exorcista” que todo lo sabe y todo lo entiende y que, tras salir con el rabo entre las piernas, es utilizado como vínculo para descubrir la germinación de los fenómenos extraños.


Todos estos asuntos, flojamente introducidos, mal enfocados y peor desarrollados, con interpretaciones de baratillo, rebotan en este bodrio de sustos con algún apunte de gore light y los clásicos y ensordecedores efectos de sonido que maquillan con estridencia una historia inexistente, en donde jamás hay momentos para la tensión o el suspense, ya no digamos de terror.

Los personajes principales, de gimnasio y corporación dermoestética, carecen de dimensión; los niños, al margen de las camisetas de KISS y Alice Cooper, son pelmas de narices, y la suerte que corran sus vidas importan más bien poco.
Los generadores de los sustos no son más que caricaturas de feria de barrio; y el estilo narrativo, con imaginería sin inventiva alguna, es derivativo, careciendo de solidez, al igual que la historia inútil.

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