• Por AlohaCriticón


Dirección: Emir Kusturica.
Intérpretes: Slavko Stimac, Natasa Solak, Vesna Trivalic, Aleksandar Vercer.


Bosnia 1992. Luka está preparando la construcción del ferrocarril que va a transformar la región en un paraíso turístico. Completamente absorto en su trabajo y cegado por su optimismo natural, está sordo al cada vez más persistente rumor de la guerra. Cuando el conflicto estalla, la vida de Luka se verá considerablemente alterada.

Con un título que bien puede evocar cualquier trabajo de Frank Capra, Emir Kusturica nos presenta esta película que pretende ser una redención del conflicto armado sufrido en su tierra, los Balcanes.




Ciertamente, la película puede fragmentarse en tres partes bien diferenciadas (y que, curiosamente, coincidirían con distintos géneros cinematográficos).

En el primer tercio, de ritmo muy trepidante, Kusturica nos presenta a los distintos personajes, y asistimos a una auténtica comedia loca con gags recuperados del cine mudo, poco utilizados ya, pero que consiguen todavía el efecto de carcajada en el público.

En el segundo tercio, con la entrada del conflicto bélico, entramos en la parte más dramática con una progresión más atemperada.

Y finalmente, el último tercio, en el que se resuelve la película, nos vemos inmersos en pleno episodio romántico, con una cadencia muy suave que nos lleva a un final esperanzador (no puede ser de otra manera, insisto, con un título tan “capriano”).


De esta manera, el cocinero Kusturica nos sirve un menú muy casero, compuesto por un primer plato liviano, fácil de digerir; un segundo plato más pesado y elaborado, con carne poco hecha (o muy hecha, dependiendo de la secuencia), y un postre muy, muy dulce, todo ello regado con un vino espumoso de la casa, de los que se suben rápidamente a la cabeza.

En definitiva, Kusturica, con buenas intenciones pero sin llegar a cuajar en el resultado final (quizá por el excesivo metraje de la película y su arritmia), nos vuelve a mostrar su universo personal, con música de la etnia gitana de fondo (que tan buenos resultados le ha dado en el pasado, recuérdese “Gato negro, gato blanco”), y acompañándose de intérpretes muy solventes, de los que destaca, por encima de todos, Vesna Tribalic (Jadranka), la esposa de Luka y diva operística venida a menos.

Alberto Alcázar

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