• Por AlohaCriticón

MADRE JUANA DE LOS ÁNGELES (1961)

Dirección: Jerzy Kawalerowicz.

Intérpretes: Lucyna Winnicka, Mieczyslaw Voit, Anna Ciepielewska, Maria Chwalibóg.

S.XVII. A una apartada localidad llega un sacerdote católico (Mieczyslaw Voit) con el objetivo de exorcizar a las monjas del convento de dicha zona, supuestamente poseídas por distintos demonios, y encabezadas por su superiora, conocida como Madre Juana de los ángeles (Lucyna Winnicka).

Película inspirada en el famoso caso de posesión demoníaca colectiva que se dio en la localidad de Loudun (Francia), en 1631, y que afectó a un grupo de monjas ursulinas. En realidad, Tadeusz Konwicki y el propio Kawalerowicz, tomaron como punto de partida una obra de Jaroslav Iwaszkiewicz (que hacía referencia a tales acontecimientos) para crear un excelente guión que ataca, sin tapujos, cualquier tipo de fanatismo religioso.

A partir de una puesta en escena austera y desnuda, que nos recuerda a una de las grandes obras del cine silente como es “La pasión de Juana de Arco” (1928, Carl Th. Dreyer), el director polaco crea la que es, junto con “Faraón” (1966), su obra cumbre.

Se trata de un filme que reflexiona acerca de la eterna lucha que se establece entre carne y espíritu, materia y alma, deseo y represión; además de indagar en las irresolubles contradicciones de la tradición católica, así como en las consecuencias de la puesta en práctica fanática de las mismas. Por lo tanto, deben alejarse de la presente cinta, aquellos que busquen una simple película sobre poseídos, a pesar de que cuenta con secuencias escalofriantes como el exorcismo que se realiza a las monjas en el interior de la Iglesia.

Lo que importa aquí no son los demonios (pues no hay tales), sino la represión antinatural en la que viven los religiosos, y de la que se derivan la histeria y la locura.

Kawarelowicz utiliza mucho los primeros planos, que nos vuelven a remitir a la anteriormente citada obra de Dreyer, y también, de forma algo abusiva por innecesaria, el punto de vista subjetivo. Muy inteligente es la utilización del mismo actor para la conversación que se establece entre el padre Surin y un rabino, pues expresa a la perfección los miedos e inquietudes del primero en la boca del segundo.

Puntuación

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