Dirección: Marielle Heller.
Intérpretes: Tom Hanks, Matthew Rhys, Chris Cooper, Susan Kelechi Watson.
Con guión de Micah Fitzerman-Blue (“Maléfica: Maestra Del Mal”) y Noah Harpster (“The Motel Life”).
Sinopsis
Nueva York, año 1998.
El periodista de la revista Esquire, Lloyd Vogel (Matthew Rhys) ha sido padre recientemente con su mujer Andrea (Susan Kelechi Watson) y se encuentra distanciado y peleado con su padre, Jerry (Chris Cooper).
En ese contexto personal, su editora le encomienda entrevistar a Fred Rogers (Tom Hanks), famoso presentador de programas infantiles conocido por su carácter amigable y su actitud de empatía con todas las personas que le rodean.
Crítica
Película inspirada en hechos reales que se centra en una relación especial que sirve para cambiar formas de ver y actuar en la vida.
Los dos protagonistas destacan en sus interpretaciones, en especial Matthew Rhys, muy natural, comedido, con gestos sutiles… se complementa bien con Tom Hanks.
Se juega al contraste entre la amabilidad de Rogers/Hanks, presentado casi como un personaje celestial y la crispación de Lloyd, un periodista que se guía por “el buen camino” con la nueva amistad que crea con el presentador.
Sus enseñanzas le ayudan a cerrar heridas del pasado, a perdonar, a entender, a controlar la ira… teniendo como eje en la relacióncon su padre, y extendiéndose a otros ámbitos de su vida.
El personaje de Lloyd progresa con naturalidad, sin profundizar demasiado en el conflicto; y la resolución llega de forma un tanto repentina. El espectador casi se siente como si estuviera en una terapia de grupo.
El discurso y los mensajes son positivos, aunque el personaje de Rogers casi parece un recurso narrativo, sin progresar en la trama.
Las maquetas y marionetas del programa que conduce Fred Rogers sirven de hilo conductor y ayudan a desarrollar la narración, provocan elipsis, configuran metáforas visuales.
A medio camino entre el drama y la fábula, con algún tramo documental, la película, llamada también “Un Buen Día En El Vecindario”, trata temas adultos a través de un programa educativo infantil para contarnos una historia de sentimientos, de relaciones humanas, sin demasiado desarrollo argumental y sin caer en la sensiblería.
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