Dirección: Jorge Grau.
Intérpretes: Cristina Galbó, Ray Lovelock, Arthur Kennedy, Aldo Massasso.
Con guión Sandro Continenza (“El Doméstico”, “Desnudémonos Sin Pudor”) y Marcello Coscia (“Cuando Las Mujeres Tenían Cola”, “El Blanco, El Amarillo y El Negro”).
Sinopsis
La motocicleta de George (Ray Lovelock) tiene un accidente en una gasolinera causado por el coche de Edna (Cristina Galbó), quien se dirige hacia la casa de su hermana Katie (Jeannine Mestre) y su marido Martin (José Lifante). En la zona unos hombres trabajan con una máquina pesticida de ultrasonidos que provoca el levantamiento de los muertos de sus tumbas.
Crítica
Esta co-producción italo-española recuerda en la génesis de su situación límite a muchas películas de serie B de los años 50 que avisaban de los excesos radioactivos (en especial su utilización incontrolada) para la salud y futuro de la humanidad.
Convertida en película de culto por muchos aficionados al género de terror, la cinta de Jorge Grau, conocida también como “El Profanador” o “No Profanéis El Sueño De Los Muertos”, narra una historia de zombis y conflicto policial (casi generacional) en ambiente campestre con altas dosis de violencia y momentos inquietantes llevados con equilibrado pulso.
Al margen de los lugares comunes de sangre y vísceras (que provocan más repugnancia que horror) ofertados por muchas películas de muertos vivientes posteriores al esencial clásico “La Noche De Los Muertos Vivientes” de George A. Romero, la parte final sí que incluye algún rasgo original en las consecuencias trágicas de una investigación policial negligente y prejuiciosa llevada a cabo por el estupendo actor Arthur Kennedy, aquí más ocupado y preocupado en reprimir a los jóvenes protagonistas que en esclarecer con serenidad los sucesos criminales.
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