• Por Antonio Méndez

the verve forthDespués de unos cuantos discos en solitario, Richard Ashcroft resucitó a The Verve para grabar un nuevo trabajo tras su ruptura a finales de los años 90, poco después de su principal éxito en ventas, el LP “Urban Hymns”, álbum que incluye el conocido single “Bitter Sweet Symphony”, aquel en el que tomaban arreglos de Andrew L. Oldham para “The Last Time”, el tema de mediados de los años 60 de los Rolling Stones.

En “Forth” vuelven con su sonido space-pop, neopsicodelia en tonos épicos y recarga atmosférica. Nada memorable. Todo escuchable.

“Sit And Wonder”, con tempo pop-dance “madchesteriano”, parece mezclar a los Stone Roses con U2 y los Cure en una historia de ruptura sentimental y peticiones de luz a Dios.

El primer single, el dinámico pop-rock “Love is Noise” en donde afirman que el amor tanto es ruido como pena o tristeza, les acerca notablemente a lo que podría deparar en la new wave los nuevos románticos Duran Duran.

“Rather Be”, con voz arrastrada jaggeriana, nos muestra un mundo de confusión con evasivas románticas de pareja. Es una especie de psico-gospel con efectos espaciales.

En “Judas”, con empleo del falsete y cascada de guitarras cósmicas, dejan fluir sus sentimientos y sueños con una etérea base dream-pop y algunos tramos muy próximos a U2.

Unas guitarras rotas a lo Neil Young significan la intro de “Numbness”, canción con intrigante atmósfera, tempo blues, estribillo machacante y ecos también de Pink Floyd. No es de lo peor del álbum.

“I See Houses” remacha el ritmo lento de la anterior pieza, ahora con un piano y un tono entre agridulce, contemplativo y apocalíptico, con crescendo emocional. Ashcroft habla del esfuerzo para conseguir la libertad en un estribillo arreglado de manera suntuosa.

“Noise Epic” oferta lo que su título sugiere en un recorrido de atmósferas psico-cósmicas que mezcla a los Stooges con Jesus & Mary Chain.

“Valium Skies” nos presenta a un mundo lloroso sin perder el cimiento romántico. Es un corte dream pop, elegante con una narcotizada guitarra deudora de un calmo Robert Smith, arreglos de cuerdas y juegos vocales. La canción, muy de la época britpop influenciada por la psicodelia 60’s, es una de las tonadas más cálidas del álbum.

La psicodelia (ahora con trazos jazz) permanece en “Columbo”, uno de los mejores momentos del disco con óptimo trabajo atmosférico y grata sinergia de sinuosas líneas instrumentales.

“Forth” termina con “Appalachian Springs”, en donde Richard busca respuestas místicas-existenciales, es decir se pone trascendental en una pieza pop-rock con sus habituales sonidos espaciales.

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