• Por Antonio Méndez

tindersticks the hungry saw cover portada albumCrítica

Desde su aparición a comienzos de los años 90, los Tindersticks de Stuart Staples han dejado un legado discográfico exquisito de pop de cámara con sus elegantes piezas abarrocadas.

Tienen una clase fuera de lo común ligando a influencias como los Walker Brothers o Lee Hazlewood.

La voz barítona de gravedad eterea-aterciopelada de Staples envuelve emocionalmente las piezas lujosamente arregladas, ahora con cuerdas, más tarde con vientos.

Sus composiciones, serena e hipnótica combinación entre melancolía, reflexión y sofisticación, son un placer para los oídos de escucha refinada, que tanto aprecian un bello arreglo de cuerda meciendo una encantadora melodía, como una elegante línea de guitarra acústica, un coro femenino inesperado, o un atmósferico pasaje de órgano.




Algunas de las mejores canciones del disco, todas concomitantes en la sonoridad manifiesta previamente, son “Yesterday Tomorrow”, canción pop-soul de una distinción sublime con moderado y adhesivo ritmo Motown antes de la aparición de trompetas que remachan la emocionalidad del estribillo, y “The Flicker of A Little Girl”, una bella pieza psico-folk-pop con retozonas guitarras acústicas y empleo del oboe y la flauta.

También es muy escuchable “Feel The Sun”, una maravilla pop-vals con hermosa melodía, piano y un uso destacado del violoncelo.

Otros cortes del álbum son el instrumental “E Type”, con reverb, o “Mother Dear”, como si Lee Hazlewood o Leonard Cohen se pusieran al frente de la Velvet Underground.

En definitiva, se trata de un disco que no desentona con la elegancia taciturna y agridulce que significa la discografía de esta apreciable banda británica.