Crítica
Bruno Schulz, escritor y pintor judío polaco de los años 30 que fue asesinado por los nazis en la época de la Segunda Guerra Mundial, es un autor de relato corto a reivindicar por la fantasía y creatividad de su prosa. Para conocer su obra, nada mejor que recomendar esta antología llamada “La Calle De Los Cocodrilos” (1934) que contiene relatos como “El Sanatorio Del Sepulturero”, “Los Maniquíes” o “El Jubilado”.
Sobresale la viveza, el detalle y la imaginación en la creación de imágenes con aspectos líricos y oníricos que expanden de forma surreal y extraña su contexto ordinario y cotidiano, con especial incidencia en la familia y el recuerdo de la infancia con la figura paterna como eje.
Su prosa posee raíces autobiográficas, con textos que recrean mundos y sensaciones de manera inventiva y fantástica. Se dan la mano realidad y ensueño, lucidez y locura, lo bello y lo grotesco, otorgando tanta significación a su excéntrico contexto humano como a sus absurdos escenarios.
Un libro importante del siglo XX con influencias de Franz Kafka, aunque mucho más pintoresco, exuberante y denso que el autor checo, y de Rainer Maria Rilke.