• Por Antonio Méndez

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En el año 1844 Edgar Allan Poe escribió este relato fantástico que trata el hipnotismo bajo las teorías de Mesmer, los efectos del consumo de drogas y la relación magnética entre paciente y médico.

Poe comienza su narración en primera persona ubicándonos espacial y temporalmente. Se encuentra en Charlottesville, Virginia. En el año 1827 conoció a Augustus Bedloe, un hombre rico y enfermo de peculiar físico que consume morfina en grandes cantidades y está al cuidado de un médico llamado Templeton. La acción transcurre en 1845.

La descripción de caracteres y ambientes, como es habitual en Poe, resulta espléndida. Bedloe, el personaje central, es descrito física y psicológicamente de forma exhaustiva… “extremadamente alto y delgado, se encorvaba mucho al caminar; sus extremidades eran largas y finas. Tenía una frente muy amplia, tez pálida, boca grande y flexible, y dientes sanos, pero los más desparejos que había visto en mi vida… sus ojos eran tan poco expresivos y vidriosos que parecían los de un cadáver… tenía un carácter sensible, excitable y excesivamente entusiasta…”.




La atmósfera de creciente enigma está definida de forma admirable, con riqueza léxica y evocación poética en escenarios oníricos de fantasía que transcurren en un entorno natural, las Montañas Ragged que titulan el texto…

“Pasó delante de mí un hombre semidesnudo de rostro muy oscuro. Llevaba en la mano un instrumento compuesto por una colección de anillos de acero que sacudía violentamente al correr. No bien desapareció en la niebla, vi que detrás de él corría un animal con la boca abierta…”

Los aspectos científicos no sobrecargan la historia y sirven para acentuar de forma enrarecida el vínculo mental que concreta su conclusión con apuntes de “mad doctor”… “El doctor Templeton, que había viajado mucho cuando joven, se hizo defensor en París de las doctrinas de Mesmer. Fue gracias a remedios magnéticos que consiguió aliviar en gran parte los agudos dolores del paciente… El médico, como todos los entusiastas, había luchado mucho para convertir a su discípulo en otro fanático, y tanto hizo que consiguió que el paciente se sometiese a numerosos experimentos”.

La historia fluye de manera intrigante y aunque es vaga e imprecisa en sus efectos fantasiosas con un final un tanto simple, la creatividad en imaginerías que mezclan lo espeluznante y alucinatorio con la orientalismo de “Las Mil y Una Noches” redimen tales menoscabos. Un relato notable del maestro del cuento fantástico.

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