Crítica
Prolífico escritor de elevada talla intelectual, Francisco Ayala abandonó la carrera literaria en los años 30 para retomarla a mediados de la siguiente década y conformar una ingente cantidad de interesantes obras que ponen de manifiesto la lucidez de un hombre que ha abordado múltiples líneas de pensamiento.
En “Los Usurpadores” (1949), con cuentos como “El Hechizado”, “El Doliente”, “El Inquisidor” o “San Juan De Dios”, se recogen una serie de relatos que giran sobre el poder y sus detentadores en distintas vertientes, ubicándolos en tiempos pretéritos, preferentemente el Siglo de Oro, de donde Ayala toma bastante de su técnica, y la Edad Media, pero con reflejo en cualquier contexto espacial y cronológico debido a la atemporalidad de las actitudes y ansias que giran en torno a dicho poder.
Crea el autor miradas a la avidez, la burocracia, la violencia, la corrupción o la dominación, recreada por un espléndido catálogo de personajes, un dominio léxico y narrativo excepcional con una adaptación del texto al ambiente y período sin viscosidades fastidiosas y una manifestación cultural fuera de lo común.
El espléndido y estremecedor epílogo elegíaco “Diálogo De Los Muertos” pone punto y final a este estupendo volumen que aborda figuras como Enrique II el Doliente o Carlos II el Hechizado.