Experto en intrigas judiciales y corruptelas varias, el abogado y escritor John Grisham vuelve a su materia favorita con este thriller legal que gira en torno a un pleito en contra de una empresa química contaminante que ha podido causar el cáncer entre varias personas.
La historia de Grisham aborda asuntos sobre responsabilidades empresariales, políticas y judiciales, aspectos graves tratados de forma tan básica como superflua y previsible.
Se mueve con evidencias (nadie discute la preocupación por el control sanitario y las débitos derivados de la falta de tal control) y tras el planteamiento inicial de la intriga, la novela se manifiesta progresivamente aburrida con un tópico enfrentamiento David-Goliath en donde unos son buenos-buenistas y los otros son demonios llenos de ambición y corrupción. Demagógica, simplista visión de una plutocracia en donde no hay lugar para la humanización ni el matiz.
Al conjunto de los personajes le falta dimensión cuando no credibilidad. Básicamente son caricaturas, conviviendo en muchas páginas-paja el sermón con la moralina.
No obstante, sus seguidores podrán apreciar la conceptuación de la historia y la falta de abusos efectistas para poner en situación la trama.