• Por AlohaCriticón

poesia juana de ibarbourou fotoJuana de Ibarbourou fue una fenomenal poeta, una maravillosa escritora que enlazó en sus bellos textos la irisación e imaginería modernista con la sencillez de la poesía popular.

Otorga expresividad, frescura, naturalidad y profundidad a unos poemas exuberantes, que tanto plasman con lucidez y júbilo la sensualidad de su autora, como se aposentan en la cotidianeidad de su contexto o ubican su mirada presente con un tono melancólico y pesaroso, abordando asuntos como la muerte, la soledad o el tiempo.

En el desarrollo de su poesía se aprecian estas etapas. La primera, de carácter más modernista y exultación vital trasladada a otra con la traslación lírica de una gravedad de pensamiento en torno a la propia razón de existir, siempre manejando el impacto sensorial de manera muy efectiva.




Estos son algunos de sus textos:

TE DOY MI ALMA DESNUDA

Te doy mi alma desnuda,
como estatua a la cual ningún cendal escuda.

Desnuda con el puro impudor
de un fruto, de una estrella o una flor;
de todas esas cosas que tienen la infinita
serenidad de Eva antes de ser maldita.

De todas esas cosas,
frutos, astros y rosas,
que no sienten vergüenza del sexo sin celajes
y a quienes nadie osara fabricarles ropajes.

Sin velos, como el cuerpo de una diosa serena
¡que tuviera una intensa blancura de azucena!

Desnuda, y toda abierta de par en par
¡por el ansia del amar!




NOCHE DE LLUVIA

Llueve… Espera, no duermas.

Estate atento a lo que dice el viento,
y a lo que dice el agua que golpea
con sus dedos menudos en los vidrios.

Todo mi corazón se vuelve oídos
para escuchar a la hechizada hermana
que ha dormido en el cielo,
que ha visto el sol de cerca,
y baja ahora elástica y alegre
de la mano del viento,
igual que una viajera
que torna de un país de maravilla.

Cómo estará de alegre el trigo, amante
Con qué avidez se esponjará la hierba
Cuántos diamantes colgarán ahora
del ramaje profundo de los pinos

Espera, no te duermas. Escuchemos
el ritmo de la lluvia.
Apoya entre mis senos
tu frente taciturna.



SILENCIO

Mi casa tan lejos del mar.
Mi vida tan lenta y cansada.
!Quién me diera tenderme a soñar
Una noche de luna en la playa!
Morder musgos rojizos y ácidos
Y tener por fresquísima almohada
Un montón de esos curvos guijarros
Que ha pulido la sal de las aguas.
Dar el cuerpo a los vientos sin nombre
Bajo el arco del cielo profundo
Y ser toda una noche, silencio,
En el hueco ruidoso del mundo




TIEMPO

Me enfrento a ti, oh vida sin espigas,
desde la casa de mi soledad.
Detrás de mí anclado está aquel tiempo
En que tuve pasión y libertad,
Garganta libre al amoroso grito,
Y casta desnudez, y claridad.
Era una flor, oh vida, y en mí estaba,
Arrolladora, la eternidad.
Sombras ahora, sombras sobre el talle,
Y no sentir ya más
En la cegada clave de los pétalos
Aquel ardor de alba, miel y sal.
Criatura perdida
en la maleza de la antigua mies.
Inútil es buscar lo que fue un día
Lava de oro y furia de clavel.
En el nuevo nacer, frente inclinada;
Sumiso, el que era antes ágil pie;
Ya el pecho con escudo; ya pequeña
La custodiada sombra del laurel.
Quién viene ahora entre la espesa escarcha
Duele la fría rosa de la faz,
Y ya no tienen los secretos ciervos,
Para su dura sed, el manantial.
Ángel del aire que has velado el rostro:
Crece tu niebla sobre mi pleamar.


RAIZ SALVAJE

Me ha quedado clavada en los ojos
la visión de ese carro de trigo
que cruzó rechinante y pesado
sembrando de espigas el recto camino.
¡No pretendas ahora que ría!
¡Tu no sabes en qué hondos recuerdos
estoy abstraida!

Desde el fondo del alma me sube
un sabor de pitanga a los labios.
Tiene aún mi epidermis morena
no sé que fragancias de trigo emparvado.
¡Ay, quisiera llevarte conmigo
a dormir una noche en el campo
y en tus brazos pasar hasta el día
bajo el techo alocado de un árbol!
Soy la misma muchacha salvaje
que hace años trajiste a tu lado.

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