• Por Marta Canacci

maria-oruna-bosque-cuatro-vientos-sinopsisSinopsis

Siglo XIX.
El eminente doctor Mateo Vallejo viaja desde Valladolid a Galicia para ocuparse como médico en un monasterio orensano, en donde se encuentra como abad su hermano Antonio.
Época actual.
Jon Bécquer, un antropólogo especializado en investigar objetos artísticos perdidos, llega a Galicia y se topa con una misteriosa muerte. Junto al sargento Xocas Taboada, Bécquer investigará lo sucedido y su conexión con el pasado.

Crítica




Después de establecer en la localidad cántabra de Suances sus novelas previas, María Oruña trasladó la acción de esta novela a Galicia, concretamente a un monasterio ubicado en la Ribeira Sacra.

El libro, como muchos otros de esta naturaleza, liga dos épocas diferentes conectadas por misterio de época (en este caso decimonónico) e investigación policial llevada en pareja.

El misterio sirve a la autora para fabular con actitudes del pasado en una iniciación con cita de Rosalía de Castro.

La narración del siglo XIX, en tercera persona, se sirve del cliché de personaje femenino, un tanto anacrónico, enfrentado a su destino, en busca de independencia y de lucha por ser dueña de su futuro.

Muy tópico, con un retrato simple beneficiado por la correcta escenificación de un lugar propicio para la leyenda, el secreto o el crimen amparado en brumas, en bosques, con vínculos con el medievo y con apuntes costumbristas de la zona, religiosos e históricos sobre cambios derivados de cuestiones políticas, económicas e industriales.

En la narración presente, en primera persona, estamos ante un protagonista con guiño de leyenda y espíritu romántico (Bécquer) como detective de arte robado.

Ninguna de las dos tramas tiene mucho interés con una concepción deudora de thrillers estilo Dolores Redondo y de las múltiples intrigas “históricas” estilo Dan Brown con toques de las aventuras de Indiana Jones.

Hay un esfuerzo de documentación, casi en modo guía turística y con ánimo evocativo, pero eso no sirve para crear una novela de entidad, sino más bien lo contrario, ya que adocena la narrativa sino se introduce bien en la trama, y más con protagonistas tan impersonales.