Javier y Celia tienen dos hijos: Inés, adolescente, y Roberto.
Su vida transcurre normal.
Todo cambia cuando la familia realiza un viaje a los Pirineos.
Crítica
Pedro Simón pasa, en un ámbito familiar similar pero con desarrollos distintos, de “Los Ingratos” a “Los Incomprendidos”.
Sin gratitud y sin comprensión, en el fondo todo deriva de la incomunicación en unas relaciones siempre complejas, muchas veces interesadas, sean protagonizadas por adultos o por niños.
El autor maneja con talento la reflexión de trascendencia con sencillez narrativa, alternando perspectivas entre un padre, Javier, y una hija, Inés.
Al igual que en “Los Ingratos”, Simón tiene un enfoque de nostalgia en torno a sus reflexiones con un sentir maduro sobre vínculos de familia, de generaciones, de sentimientos.
Las múltiples complicaciones de la vida, y de las vidas en común, con lugar para la culpa o la aceptación.
No inventa nada en los conflictos, en las emociones, pero sabe crearlas y transmitirlas con personajes con fondo y matices.