Este tebeo no es de las mejores historias de Asterix ideadas por René Goscinny. El motivo del ataque de los normandos es flojo y le faltan caracteres atractivos más allá de sus conocidos protagonistas, pero aún así, cualquier historia menor de este genial guionista francés supone un momento gozoso de humor y diversión para todos los públicos, aquí centrando las peripecias de nuestros héroes en el sentido del valor, la cobardía, el miedo, la educación, el contraste entre modernidad y tradición, el mundo urbano y el mundo rural, y la atracción por el conocimiento y lo desconocido.
En esta ocasión a la aldea de los irreductibles galos llega el sobrino del jefe Abraracurcis, un adolescente engreído pero miedoso llamado Gudurix, quien procede de Lutecia (París en la época romana) con la intención de que en la aldea se haga un hombre. La llegada nada más y nada menos que la hace en un carro deportivo. En contraste con los ancestrales bailes y músicas de los habitantes de Armórica, Gudurix, el único en disfrutar con el arpa del bardo Asuracenturix (¿precursor del punk?), les traerá un nuevo sonido a ritmo de rock, no en vano el cómic está realizado en 1967, año importante para la música de los Beatles, los Doors o los Rolling Stones.
Por otro lado, los temibles normandos, quienes no conocen el miedo, llegan a la Galia con la intención de conocerlo para así poder (según ellos) volar. Para intentar conocerlo secuestrarán a Gudurix, un personaje un tanto cargante.
Como hecho excepcional y derivado del desarrollo la trama en este libro Asurancenturix no termina la historieta como suele hacerlo.