Keawe es un marinero de Hawái que, en la ciudad californiana de San Francisco, se queda embobado con una espléndida casa en una colina.
El hombre conoce a su dueño, quien le indica que su casa la ha adquirido gracias al diablo que vive en una botella, capaz de hacer cumplir todos sus deseos.
Ese pacto tiene una grave consecuencia: si muere antes de vender la botella… el alma del propietario arderá en el infierno. Y tiene que venderla solo si pierde dinero en la transacción.
Keawe, deseoso de mejorar su vida, le compra la botella con la esperanza de, tras cumplir sus deseos, volver a venderla por un precio más bajo.
Crítica
Cuento de fantasía publicado por el escocés Robert Louis Stevenson en el año 1891.
Fue escrito en Samoa en 1889.
Es la típica historia del peligroso vínculo/pacto entre el diablo y el hombre (variante de Fausto mezclado con clásico relato del Genio y la Lámpara de Aladino) con el objetivo de lograr un aparente bienestar material y/o terrenal, cuyas consecuencias problemáticas tienen como propósito una enseñanza moral.
Narrado en tercera persona, el cuento, conocido también como “El Diablito De La Botella”, “El Diablo En La Botella” o “El Demonio En La Botella”, no deja de tener ingenio en su propuesta, aunque el desarrollo se oriente a una simple historia feliz romántica… prefiero el infierno a perderte… con una creciente angustia sobre el destino de amantes que hacen peligrar su dicha emocional en una situación de urgencia.
El sacrificio y la ponderación de valores logran elevarse a la “felicidad” cómoda, donde todo te lo dan hecho, importando, para la plenitud del momento feliz, tanto el quién como el cómo y el qué… de esa materialización de bienestar.