Crítica
Robert Wilson, natural de Gran Bretaña, asentado en Portugal, y con parte de sus novelas ambientadas en España, concretamente en Sevilla, nos conduce en su tercera entrega falconiana (tras “El ciego de Sevilla” y “Condenados al silencio”) a una situación misterioso-paranoica generada por una acción terrorista en plena ciudad hispalense.
Wilson es uno de los más aprovechables autores de intriga criminal del momento, capaz de construir tramas de interés con pormenorizada descripción de la investigación, y eficaz en la tarea de crear personajes de mayor dimensión de lo habitual en escritos similares, entre ellos el inspector Javier Falcón, quien en esta novela se pondrá manos a la obra tras una explosión de una bomba en un complejo de apartamentos con una mezquita en sus bajos.
El esclarecimiento de los hechos y los avatares de sus ligaduras personales, pueblan la novela con diversas hipótesis y recovecos temáticos, espesando la historia y dando lugar en la compleja indagación y consecuencias de una situación extrema a muestrarios de peligrosas posturas fanáticas y nacionalismos radicales, violencia doméstica, relaciones y conflictos culturales, ambiciones y manipulaciones políticas y empresariales, ansiedades urbanas con presentes atormentados por traumas pasados, juegos de apariencia… ´
Aunque algunas de las subtramas, vertientes íntimas conexionadas con los aspectos sentimentales de Falcón, resultan meros apuntes para posteriores desarrollos en nuevos libros, el conjunto de estos asesinos ocultos no es despreciable.
Equilibrado y enfocado en los momentos de reflexión y acción, detallista en las descripciones, con múltiples personajes masculinos y femeninos de acertado retrato psicológico, incisivo en las emociones básicas sin exprimirlas burdamente, e inteligentemente ponderado en evitar la fácil y arbitraria demonización en su afán de búsqueda de la veracidad del suceso que detona esta interesante y atmosférica novela criminal.