Viktor Alekseyevich Zolotaryov vive de forma precaria en Kiev junto a Misha, un pingüino que ha adoptado después de que el zoo haya decidido ceder a parte de sus animales al no poder mantenerlos. Viktor es un periodista solitario que logra un singular trabajo como escritor de necrológicas de personas vivas, por lo general militares y políticos. La cosa se complica cuando esas personas comienzan a aparecer muertas.
Crítica
Libro de Andrei Kurkov, conocido también como “Picnic Sobre El Hielo”, que mezcla la comedia con el misterio criminal y el absurdo existencial kafkiano en una Ucrania post-soviética.
La novela, original del año 1996, está narrada en tercera persona, escrita con un lenguaje sencillo y estructurada en capítulos cortos.
Gracia no tiene mucha, el pingüino aporta poco más allá de su singular presencia secundaria y puntual en entierros y en espacios domésticos, y la intriga criminal acrecienta con el paso de las páginas su tono sombrío, deprimente y amenazador.
La prosa es simple, un tanto plana, con personajes sin demasiada profundidad, lo que perjudica el impacto emocional de sus acciones con centro en un hombre frustrado, imposibilitado por las circunstancias a conseguir la “vida normal” que desea.
No obstante, la historia es fluida, el vínculo del protagonista con el pingüino tiene suficiente ternura, y su conflicto de personaje perdedor como pez fuera del agua en asuntos mafiosos se sigue con interés y no está mal resuelto.